En la línea de los refranes irritantes, las sentencias con tufo de autoayuda dividen a los mortales entre los que las aman y propagan y los que las odian (a las frases y a las personas que las dicen). “Vive bien el presente para tener en el futuro un buen pasado.” En base a esta motivacional joya descubrimos que técnicamente somos todos clarividentes, ya que estamos viviendo lo que en ese glorioso momento venidero veremos cuando echemos la vista atrás, y encima lo hacemos en tiempo real. Bienvenidos al futuro.

[dropcap type=»circle» color=»#ffffff» background=»#F37021″]1[/dropcap] Angela Merkel en 2035 seguirá exactamente igual. Física y mentalmente idéntica. Los más avezados congéneres coetáneos ya comenzaron a sospechar hace años por la ausencia de arrugas y su inquietante sonrisa de Cuarto Reich. Ella conforma —junto con otros inmortales reptiles, como Pilar Rahola, Josep Cuní y Jordi Pujol— el gabinete que gobierna el protectorado alemanocatarense en el que se convirtió Catalunya tras su escisión y venta a los imperios dominantes. Todo funciona como un reloj suizo, ya que todos los habitantes de Qtarlunya estamos obligados a tener cuenta ahí. Así se eliminó hábilmente la economía sumergida. El control de lo públicamente oculto es lo mismo que la total transparencia.

[dropcap type=»circle» color=»#ffffff» background=»#F37021″]2[/dropcap] En otra línea argumental, en ese mismo año se cierra el último quiosco de Barcelona. La pérdida no es material, porque llevaba 7 años sin vender un periódico. La gente ya no sabe lo que es el papel. El verdadero drama es la desaparición de la figura del quiosquero, el último de los reductos humanos de esa personalidad de barrio que en otra época impregnó Barcelona. Ese gremio conformado por taxistas, estanqueros y quiosqueros, con los que uno podía conectar en el acto y abrirse en canal ante un entregadísimo terapeuta exprés, se extingue para siempre con la llegada de Google Cars, la prohibición total del tabaco y la clausura del último quiosco.

[dropcap type=»circle» color=»#ffffff» background=»#F37021″]3[/dropcap] En el futuro, el síndrome postvacacional será tratado médicamente. A primeros de septiembre, y gracias al buen funcionamiento de las instituciones, por solo 5000€ se podrán conseguir unas pastillas (97% poliéster) que aplacarán la pesadumbre por la vuelta al cole laboral. Esto multiplicará el rendimiento exponencialmente, septiembre y octubre serán los meses más productivos del año, sobre todo para las farmacéuticas que venden el tratamiento. Obviamente no hace falta decir que Barcelona no solo es la pionera en esta iniciativa de dopaje masivo, además está tratando de exportar el modelo al resto del mundo. No, de momento nadie ha picado.