Barcelona acoge una extraña cumbre sobre yihadismo, con los ministros de Exteriores o, en su defecto, segundos de a bordo, de 36 países (toda la UE y los países árabes del norte de África, menos Siria y Libia). Los temas, concretamente, son: terrorismo yihadista, inmigración ilegal y energía. Está muy bien mezclar los dos primeros, ¿verdad? Un pequeño paso más hacia la criminalización de quien viene y la legitimación de las devoluciones en caliente. No sea que nos entren terroristas. El de energía es, básicamente de relleno; Rajoy lleva tiempo planteando la interconexión a través de la península, un poco más escuchado a raíz del conflicto con Rusia, pero en la recámara todavía.

A pesar del superblindaje de la ciudad, hay espacio para otros temas. Incluso para terrazas. Como ya vaticinaban distintos movimientos sociales, las aceras ampliadas en la reforma de la Diagonal no tienen otro cometido que acoger hasta 139 mesas de bares y restaurantes. Eso sí, la única concesión es que deberán dejar 4,5 metros a partir de las fachadas de los edificios. Son 113 mesas más de las que había hasta ahora.

La reforma ha costado 16,5 millones de euros. Claro, por ese precio, no iba a ser sólo para «dejarla más bonita», como dijo Trias hace un par de semanas.