Tengo la mala costumbre de consultar la prensa cada día y de entrar en Twitter cada hora. La cosa no pasaría de ser un obstáculo más en mi inexistente rutina de autónomo si no fuera porque muchas veces acabo leyendo los comentarios y respuestas a sabiendas de lo dañino que resulta para mi salud. Es como cuando vas bastante pedo y te dices que ya has bebido lo bastante como para hacer el idiota el resto de la noche y de repente te preguntas cómo ha llegado ese nuevo gin-tonic a tu mano si no tenías intención, necesidad o ganas de beber más. Algo así me pasa con internet: voy haciendo scroll sin querer hasta que, veinte comentarios después, me pregunto cómo he llegado hasta allí sin tirar el ordenador por el patio de luces.

Últimamente me sucede con las noticias sobre el aumento de los alquileres en Ciutat Vella. Uno imaginaría que la mayor parte de la población se indigna con estas noticias, que solo unos pocos inversores sin escrúpulos se alegrarían de que la gente tenga que abandonar su barrio por razones económicas. Pues no.

Uno de los comentarios más repetidos cuando se habla de la turistificación y sus consecuencias es el de “pues si no querías pagar más no haberte ido a vivir a Ciutat Vella”, o “no se puede vivir en el centro de Barcelona y querer pagar un alquiler barato”. Si no consigo entender las extrañas fuerzas que me llevan a leer los comentarios, ¿cómo empezar siquiera a imaginar qué es lo que empuja a tanto hater a llenar la prensa y redes sociales con opiniones no requeridas, sea el tema que sea y aunque la cosa no vaya con ellos? Como aún me queda algo (muy poco) de decoro, evito responder en caliente y canalizo aquí mi vena chunga.

Mira, chato, tres cosas te voy a decir:

  1. Cuando vine a vivir al Born no tenía previsto que los alquileres iban a subir un 47% en cuatro años (datos de Idealista en Ciutat Vella, del segundo trimestre de 2013 al primer trimestre de 2017). Si lo llego a saber a lo mejor me habría quedado en Cuenca.
  2. Si crees que es un problema de jóvenes privilegiados venidos de fuera y sin cargas familiares como yo, te puedo presentar a una colega de aquí del Born: la senyora Rosa, octogenaria, viviendo de alquiler con una pensión de mierda, y única vecina en un edificio compartido con quince apartamentos turísticos. Ve y dile que si no quiere turistas que se vaya de la casa y del barrio donde ha pasado toda su vida.
  3. Si yo me voy de Ciutat Vella porque me suben el alquiler de 700 a 1.000 euros, lo más probable es que a ti te lo suban de 500 a 800 en los próximos años o incluso meses.

A lo mejor cuando esto suceda cambiarás de bando y empezarás a preocuparte por la subida de precios. Ningún problema, ya aparecerá algún troll de comarcas para recordarte que si no quieres pagar 800 euros por un estudio en La Sagrera que te vayas a vivir al Ripollès. Y cuando tu barrio sea el nuevo Poblenou y salgas a protestar por la invasión de hoteles a tu alrededor, te tocará leer comentarios de los trolls premium, esos que defienden el crecimiento turístico infinito porque “genera riqueza”. Mi consejo: lanza el ordenador por el patio de luces antes de que sea demasiado tarde.