Hace 48 años La Vanguardia denunciaba el “abandono y desorden” en la reforma de Paseo de Gràcia y ya lanzaba sus amenazas: «Nuestro desagrado ante estos hechos sube de punto en su impaciencia porque no es la primera vez que en menos de un año mostramos tan lamentable espectáculo público». Nada comparado con la que se va a liar a partir de agosto de 2023 en Poble-sec, porque el Barça jugará en el estadio olímpico mientras se reforma el Camp Nou. Luego hay quien la monta por amor al arte, como el concejal del PP Josep Bou. Su coche se quemó el pasado sábado por accidente, pero él nada más conocer la noticia dijo: “Me acaban de quemar el coche en Barcelona (…), nada me detendrá en el cumplimiento del deber y mi trabajo”.

Quien se activa o reactiva son las señoras y algunos señores, porque vuelven por fin las actividades para activarse en los parques, ¡qué ganas de verlas en sus clases de taichí! Con el culo al aire pueden quedarse 1.300.000 catalanes –el 17%, que se dice pronto–, porque viven a punto de ser desahuciados. Los de Pedralbes, en cambio, se quedarán con los ojos como platos porque un ladrón Spiderman trepa por sus fachadas. En su Real Club Tenis están cortejando a Sandro Rosell y él a su vez a Trapero para montar una candidatura que desbanque a Colau. Los ricos son postcolauistas.

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