En esta columna tenemos debilidad por las historias de vivienda y las hemos ido limitando a grandes victorias como esta: por fin un tribunal da la razón a una inquilina contra las cláusulas abusivas de su contrato de alquiler con un fondo buitre, que incluía lindezas como subidas anuales por encima del IPC o visitas de control del propietario. Podrá servir para anular las de miles de contratos. Si seguimos con las buenas nuevas, la Guàrdia Urbana ha abierto expediente a un agente que en una actuación policial le tiró el móvil a un testigo que simplemente grababa lo que estaban haciendo. Ya que estamos en racha, no jodáis y no os llevéis los erizos de Montjuïc, que han vuelto al parque gracias a un programa de biodiversidad municipal después de 30 años. Tampoco compréis la fruta en BonÀrea. Pero como la alegría dura poco en casa del pobre, volvemos a estar ante otra huelga del taxi, esta vez contra Free Now, que se quiere cargar las tarifas reguladas y contra Pere Aragonès, que no recibe a los sindicatos del taxi. A quien sí recibe la ciudad es a los ricos: en los últimos 6 años, 50 inmuebles de la Dreta de l’Eixample se han convertido en pisos de lujo. Porque también tenemos debilidad por la derrota.

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