Me encuentro en una de las colonias donde los humanos residen llamada Barcelona. Mi misión consiste en estudiar la raza que domina este diminuto planeta para preparar una futura invasión. Este es mi quinto informe.

He visto y escuchado cosas que no creeríais. Grupos de humanos que comparten un 99,9 % de carga genética que se insultan por un trozo de tela. Ancianos —esto es, humanos al borde de la muerte— que se enfrentan a su vecino por no compartir sus ideales. He visto gente que pasa un día entero en un puente de una carretera cualquiera para compartir los colores de su bandera con aquellos conductores que, por un instante, pudieran dedicarle un saludo con el claxon cuyo significado es un “Soy de los tuyos”.

Los humanos lo llaman “nacionalismo”. Entiendo que es un concepto que no tiene referencia alguna en nuestra lengua, porque define algo inconcebible para una mente mínimamente desarrollada. Pero os pido que hagáis un pequeño ejercicio de abstracción, pues los humanos ignoran la existencia de vida más allá de su pequeña roca. Hasta hace poco tiempo aún pensaban que el Cosmos giraba a su alrededor.

Como no tienen enemigos exteriores intergalácticos, los humanos han empezado su andadura en este mundo generando diferencias entre ellos. Todavía estoy en fase preliminar, pero poco a poco voy encontrando algunas de ellas. Por ejemplo, los humanos siguen hablando de distintas razas, aun siendo conscientes de que todos parten de un mismo antepasado. Así, tienen la opción de decir: “Como no eres de mi raza, no eres como yo”. A esto le llaman “racismo”. Según mis investigaciones, el racismo ha sido una constante en su corta y triste historia, aunque ya no se estile tanto a día de hoy, en 2019. En la actualidad, el nacionalismo mueve a los humanos en una lucha que ni los Zelbianos contra los Tentubios superarían.

El nacionalismo es… vamos a ver. En la historia humana hubo reyes que, en base a principios racistas, mataron a mucha gente. Cuando no pudieron matar a más gente se quedaron en su territorio y a aquello le llamaron su nación. Quien fuera de otra nación, no era de los suyos. Entonces, los humanos, al nacer en una nación determinada se les dice que la suya es mejor y que las otras son peores. Que no hay nada más noble que luchar por tu nación. Ya sé que la lógica es confusa y os preguntaréis: “Entonces, si ser de una nación u otra depende del sitio donde hayas nacido, ¿cómo se puede afirmar que una nación es mejor que otra? ¿No depende esto del azar?”.

Pues sí. Los humanos son muy… humanos. Demasiado, quizá. Seguiremos informando.