En una rápida búsqueda en Google sobre teñidos de ropa aparecen casi 12 millones de entradas: “Aprende a pigmentar tus tejidos con productos 100% naturales”, “Cómo teñir telas con método casero”, “Trucos para tintar ropa en casa”.

El boom del teñido casero, que han propiciado, en parte, youtubers e influencers, ha reconciliado la especie humana con su faceta más artista, pero, ¡ojo! ni todos los colorantes naturales son sostenibles, ni todas las telas son válidas.

La cultura del Do It Yourself ya era tendencia, pero se ha convertido en una distracción imprescindible en este 2020. La técnica de teñido, como el tie-dye, también extendida en el ámbito más sostenible, fue uno de los pasatiempos más populares durante la cuarentena, porque con 5 ingredientes y un poco de paciencia se pueden obtener resultados sorprendentes. Solo es necesario una olla, un fogón, agua, la prenda de ropa, el tinte y alumbre, que actúa como fijador de color. Pero, un momento, ¿por qué deberíamos hacer esto?

Los tintes sintéticos matan

Una tubería vierte efluentes industriales tóxicos sin tratar directamente al río Buriganga en Shyampur, Dhaka. Fuente: environmentmove.com

La industria textil nos deja datos tan escalofriantes como, por ejemplo, que es la segunda más contaminante después de la petrolera. Según la ONU, produce el 10% de las emisiones de carbono en el mundo y el 20% de las aguas residuales. Y uno de los grandes responsables es el tinte.

Un 5% de las sustancias químicas que componen la ropa es perjudicial para el medio ambiente, tal y como apunta un estudio de la Agencia Sueca de Productos Químicos. Estas sustancias se liberan durante la fabricación de los tintes o en el proceso de lavado de las prendas. Se ha calculado que cada año se liberan 110 toneladas de colorantes directos peligrosos en las aguas residuales de la Unión Europea.

Y aunque algunas empresas ya están optando por un proceso de fabricación más sostenible, todavía estamos lejos del ‘vertido cero’. “Para conseguir precios bajos, las empresas textiles no destinan parte de su presupuesto a tintes seguros ni a la regulación de las fábricas donde mandan las prendas a confeccionar”, aclara Anabel Torres, diseñadora mexicana que inició su formación y experiencia en Barcelona y es una de las expertas en tintes naturales más reconocida del momento.

La gran desconexión entre nosotros y lo que vestimos nos priva de ver negligencias, errores o irregularidades en la gestión de las empresas textiles cuya huella ambiental es mucho mayor de lo que imaginamos: “Nuestra generación no tiene una percepción real sobre cuánto esfuerzo cuesta hacer cada prenda, porque las compran a un precio muy barato. Y esto hace que no valoremos la ropa que tenemos y, por ejemplo, la tiremos cuando se mancha o cuando nos cansamos. Mi propuesta es darle otra oportunidad tiñéndola. Siempre seguiremos necesitando ropa, así que debemos elegirla de calidad, duradera, sostenible, reciclada o compostable. Y libre de tóxicos, por supuesto”.

Qué hay que saber para empezar

Si una ventaja tiene la técnica artesanal del teñido vegetal es que es sencilla y factible, puede realizarse en la cocina de casa y lo más curioso es que los tintes los podemos encontrar en nuestra propia despensa. Se puede utilizar cáscara de granada o de cebolla, que le da un matiz amarillento; o bien cáscara de aguacate, que desprende un color rosado. También funcionan bien las moras, la henna, la lavanda, la manzanilla, las agallas de roble, el eucaliptus, el barro, la cúrcuma, el sándalo, la cáscara de nogal o la hierba mate, entre muchas otras.

“No todo es válido, hay que ser consciente de dónde vienen las flores, los tallos, las especies o los frutos”, explica Torres. A través de su proyecto Antesis vende prendas y accesorios hechos con pigmentos extraídos de la naturaleza y comparte técnicas sostenibles de tintorería natural para crear un impacto positivo en la industria de la moda.

Sin embargo, estos procesos naturales no se pueden extrapolar a gran escala, porque se necesitan tantos gramos de colorante como gramos pese la prenda. “Antes de 1900, cuando estos procesos naturales se industrializaron eran muy caros y en diversas ocasiones algunas de las plantas y animales que se utilizaron, como los moluscos, llegaron casi a extinguirse”, asegura la diseñadora mexicana.

Consciente y sensibilizada, Anabel Torres trata de conseguir los tintes a través de restos orgánicos que terminarían en la basura. Tiene acuerdos con restaurantes que le guardan la comida sobrante, o con parques y jardines, donde recupera las ramas podadas o las hojas de eucaliptus que están en el suelo. De esta forma, da continuidad a una técnica ancestral e intenta reducir el impacto medioambiental: “El teñido natural es algo muy artesanal, es un conocimiento antiguo que no quiero que se pierda porque nos cuenta parte de nuestra historia”, explica.

“En realidad, es un tema de conciencia, debemos informarnos sobre la calidad de la ropa y dónde está confeccionada”, insiste Torres. Si uno quiere comparar una prenda teñida con elementos naturales con una sintética, hay múltiples factores a tener en cuenta más allá del pigmento. “Las fibras naturales como el lino, el algodón, la lana o la seda son las mejores para absorber el colorante natural. En cambio, muchas veces la fibra sintética ya viene con un color por defecto, sin ser producto del teñido. La ventaja es que es más barato, el inconveniente es la calidad”.

No es oro todo lo que reluce

“El algodón es precisamente una de las plantas que más agua necesita. Además, al ser muy antigua tiene muchas plagas y parásitos que arruinan las cosechas. En el pasado, muchos algodoneros empezaron a utilizar un algodón transgénico que necesitaba muchos pesticidas. Más tarde se supo que dejaban el suelo estéril”, comenta Torres.

Para que la fibra pueda llamarse orgánica o ecológica tiene que estar libre de residuos tóxicos, el cultivo debe hacerse con semillas no transgénicas y favorecer a los pequeños agricultores. Sin embargo, como apunta Anastasia Medvedeva, técnica patronista y diseñadora, en su blog, “las fibras ‘ecológicas’ en ningún caso son sostenibles en términos absolutos, porque siempre llevarán consigo el impacto social y medioambiental”.

Si quieres teñir ropa, adelante, es muy buena idea. Pero si además quieres ser sostenible, nada de comprar una camiseta blanca y de salir a comprar duraznos de China. Coge tu ropa vieja y dale otra vida a esa col lombarda que lleva todo el otoño en tu nevera.