El asombroso giro que han tomado los acontecimientos ha destrozado casi todas las leyes de la normalidad. Vapuleamos al segundo clasificado con la contundencia del jurado de “Tú sí que vales”, goleamos a los penúltimos con la solvencia de Paris Hilton, y masacramos a un rival directo con la eficiencia de una Nespresso. Lejos de mejorarnos, esta situación de súbita supremacía amenaza nuestra tradicional naturaleza campechana. Se baraja una lista de descartes y otra de posibles fichajes, se reclaman méritos individuales y se recriminan nimiedades, como que algunos miembros del equipo llevan unos seis meses de retraso en el pago de la cuota de inscripción. Se están haciendo apuestas sobre cuál será nuestra clasificación final y quién será nuestro máximo goleador, quién será el próximo lesionado, quién conseguirá traer animadoras. Apuesto a ver quién es el más apuesto.

 

Este gambling venido a más me acercó irremediablemente al póker online, paraíso del ludópata compulsivo. Tras dos meses fundiéndome el importe de la cuota del fútbol en las salas de PokerStars, he adquirido mucha experiencia (y copiosas deudas), que me gustaría compartir (ambas cosas).

 

El póker no tiene secretos. Es un arte-deporte basado en la psicología, la estrategia, las matemáticas, la estadística, la varianza, el instinto. En definitiva, podrías descartar todo lo demás y decir que es pura cuestión de suerte. Pero no sería exacto, se trata de tener MUCHA suerte. No dejes que te engañen, saber o no saber es totalmente irrelevante, a no ser que tu sabiduría incluya poderes telepáticos que te adviertan de las cartas que están a punto de salir y las cartas que tienen tus rivales. Este es mi mayor y más caro aprendizaje.

 

Hay una infinidad de torneos, con múltiples variantes, en los que puedes ganar dinerito en segundos. Pero la madre del cordero, ahí donde está el cash es el famoso Sunday Milion. Es un torneo “major”, que reúne cada domingo a más de 7000 jugadores de todo el planeta póker. Todo el que quiera ser alguien en esta disciplina debe llegar a la mesa final alguna vez. El premio depende del número de participantes, pero tiene el millón de dólares garantizado. La modalidad de póker que se practica es el Texas Holdem No Limit, disciplina que ha desbancado al ya añejo póker de cinco cartas. El Holdem se juega con dos cartas por jugador y hasta un máximo de 5 cartas comunitarias. Las tres primeras son el Flop, la cuarta el Turn, y la quinta, el River. Antes de cada una de estas tres fases hay apuestas, y, al no haber límite, el jugador puede apostar todo su stack en cualquier momento. Esto convierte este deporte en una cuestión de bemoles: No push, no glory. Si no estás dispuesto a arriesgar todo tu dinero en cualquier momento, este no es tu juego. Si la cosa te va de cara, tienes la mejor mano y crees que están dispuestos a pagarte, All in y todas las fichas en el bote. Si has llegado hasta el River, no has ligado ni una mísera pareja y estás en las últimas: All in. Si estás algo corto de fichas y las ciegas te carcomen: exacto, All in. Y luego que sea lo que Dios quiera. Básicamente se trata de una lotería, pero, al ser mucho más reducido el espectro de posibles afortunados, te toca a menudo sentirte uno de ellos. De esto se nutre PokerStars, que dicho sea de paso es el verdadero ganador de todo esto. Aunque nadie puede saberlo –las calculadoras no tienen tantos dígitos–, se especula que PokerStars gana algo así como un millón de euros la hora. Todo por comisiones porcentuales sobre cada mano y cada torneo. Hay unos 200.000 jugadores online de media, todos aportando al unísono, así que creo que la estimación se queda corta.

 

Mi balance: -430 euros. Eso sí, me he clasificado para el Sunday Milion 6º aniversario, ganando un “satélite” (torneo barato que te da acceso a un torneo caro). Ese día el bote será de 6 millones de dólares. Si gano, puede que estas sean mis últimas líneas. No sé si hay conexión a Internet en las Bahamas.

 

Mientras, el equipo se enfrenta a su última apuesta: si ganamos hoy, jugaremos la liga de los buenos, y ascenderemos de categoría. Si no, nos quedaremos donde siempre, en la liga de los malos. Hoy es nuestro particular All in.