Alguien tenía que hacerlo. La información que manejamos es demasiado amplia, turbia. Entre sus grietas hay sospechas que nos dan ciertas pistas para crear suposiciones, y con ellas legamos a una conjetura y finalmente obtenemos una hipótesis. Ahí, en los intersticios del saber, es donde se sitúan los grandes investigadores para rellenar los huecos con todo tipo de especulaciones, igualmente difusas, que generan concomitantes indagaciones.

 

Hablo, por si no ha quedado claro, de las teorías conspiratorias, hijas de la confusión y madres de corderos alienígenas. Sociedades secretas, planes gubernamentales diabólicos, invasiones extraterrestres y experimentos ocultos. Una onerosa ristra de tanteos que colonizan la red de los más incautos y resquebrajan la confianza de los más confiados.

 

Hablando con un Masón del grado 23, se me concede el privilegio de acceder a unas informaciones que, aunque no voy a desvelar de forma gratuita, podrían provocar cataclismos. Lo inquietante de mi charla fue la aseveración “la mejor forma de ocultar algo es hacerlo público rápidamente”. Es una especie de vacuna al virus de la realidad. Si a esto le sumamos las informaciones falaces, que persiguen como único fin cicatear nuestra percepción y sesgar el espectro de lo creíble, ya tenemos el cóctel del descrédito.
Estos son unos clásicos de la rumorología urbana, e incluso de la campechana:

 

1) El 11-S fue un trabajo interior. Y ya puestos, por qué no extender la investigación a los sucesos locales, como el atentado al Hipercor del 87 y barajar la hipótesis de que ETA nunca existió, siendo tan sólo una arma política para sembrar el pánico.

 

2) La tierra hueca. Esta teoría es fascinante como pocas. Al parecer, los polos terrestres no existen, son huecos, como entrada al submundo que está dentro. Ahí hay otra minitierra, con un mini sol particular que les da calorcito a los habitantes, que dicho sea de paso, conforman una avanzada civilización, bautizada con el nombre de los Intraterrestres. Poco más que añadir, salvo suponer que los terremotos serán obra suya, por algún enfado mayúsculo con nosotros, los Cortezanos. También creo que si no acaban pronto las obras de la L9 al final acabaremos abriendo un tercer polo y la liaremos parda.

 

3) Anunakis, Reptilianos e Iluminatis. Los Anunakis viven en Nibiru, décimo planeta del sistema solar, indetectado e indetectable. Al parecer necesitan oro para mantener las condiciones de habitabilidad de su planeta, así que nos manipulan para que se lo suministremos. Olé. Quizás Félix Millet o el propio Bárcenas sólo sean Anunakis haciendo bien su trabajo. También compartimos suelo con los Reptilianos, evolución directa de los dinosaurios, que cuando se extinguieron fruto de un meteorito caído en la península de Yucatán, se escondieron en cuevas y desarrollaron las impresionantes cualidades que ahora, con aspecto humanoide, les permiten manejar el cotarro a su antojo. Paralelamente, un tal Adam Weishaupt fundó una secta el 1776, llamada Iluminati, cuyo objetivo es derrocar todos los gobiernos e imponer un nuevo orden mundial, cosa que logran infiltrándose en la Masonería y en las altas esferas del poder. Sólo me pregunto si un Anunaki, un Reptiliano y un Iluminati se pueden ir tranquilamente a tomar unas cañas o si también son sociedades secretas entre sí.

 

4) Chemtrails. Aquí también hay mucha tela que cortar. Si contempláis el cielo barcelonés y mundial veréis miles de estelas de aviones que permanecen durante horas antes de desvanecerse. Esto no es natural, pues la estela de un avión comercial dura apenas segundos. En base a esta evidencia se investiga sobre la finalidad de estos aviones “no comerciales” que diariamente tejen la estratosfera con vete tú a saber qué. ¿Nos rocían con aluminio para atontarnos y manipularnos? ¿El sol se ha vuelto hostil, y lo que hacen es protegernos de su infame radiación? ¿Propagan epidemias para vender más fármacos?

 

Me estoy dejando grandes iconos conspirativos, como el proyecto HAARP, el asesinato de Kennedy, el Monstre de Banyoles, el Club Bilderberg, incluso la conspiración del Flúor, que dice que este elemento facilita nuestra esclavización, o el Pastafarismo, la religión del Monstruo de Espagueti Volador. Aunque, de todas ellas, mi preferida es la llamada Conspiración de Bielefeld: ocultar de la inexistencia de la ciudad de Bielefeld.

 

Yo tampoco sé qué hay de cierto en todo esto, pero pensad una cosa, la obsolescencia programada era una conspiración hasta que logramos destaparla, pero no es oro todo lo que reluce, como diría un buen Anunaki.