Últimamente me estoy quedando sin párpados. Me despierto por la mañana con los ojos hinchados y al día siguiente se me descama la piel. Después de un par de días de despellejamiento progresivo, justo cuando ya me había olvidado del tema… ¡zasca! De nuevo me levanto con ojos de sapo y empieza de nuevo el proceso. Seguramente debería ir al médico, pero me da pereza. Así que me limito a quejarme y mirarme en el espejo un montón de veces al día para controlar que la cosa no se vaya de madre.

Si es verdad que muchas veces las enfermedades son el síntoma de algún trastorno emocional (aparte de quejarme y mirarme en el espejo, también he leído demasiados blogs de mierda), seguro que tengo una especie de alergia a la realidad o algo por el estilo. Quizás es una reacción a la frustración que me generan las ganas de frotarme los ojos unas cuantas veces, porque no me creo que lo que esté ocurriendo a mi alrededor sea verdad. O quizá debería empezar a invertir en maquillaje hipoalergénico y dejarme de gilipolleces, simplemente. Pero, ¿y lo bien que me lo paso perdiendo el tiempo en esta clase de chorradas? ¿De qué aguas bebería esta insustancial columna si no fuera por mi insaciable curiosidad por cualquier tipo de información absurda y escasamente contrastada?

Así que, con ánimo de profundizar en esta disparatada teoría sobre los párpados que se resienten del resquemor de la realidad, voy a llevar a cabo una investigación poco exhaustiva y carente de todo rigor científico para descubrir la causa de mi trastorno. Para empezar, observando con atención mi entorno más inmediato: mi casa. Está muy sucia. Pero no, no creo que unas cuantas capas de polvo, grasa y pelo de gato me impresionen tanto. Sigamos con la research. Salgo fuera. Las banderas de Brasil han sustituido unas cuantas senyeres en los balcones durante los últimos días por el Mundial de Fútbol. Ni frío ni calor. O sí, espera, leve cosquilleo en el párpado izquierdo. A mí una vez me denunciaron por tender unas bragas en el balcón de mi casa. Estropea la imagen de la fachada, me dijeron. Si fuera más habilidosa con la máquina de coser, me haría una bandera con unas bragas dibujadas para colgarla tranquilamente en el balcón. Y que me denuncien por apoyar el Mundial de Fútbol Femenino si tienen huevos. No hay como dar un buen paseo para avivar la imaginación. Sigo caminando.

Paro frente el quiosco. Coronación de Felipe VI. Casi todos los periódicos han puesto esa foto blandengue como de bloguera maleni de Juan Carlos y Felipe abrazándose cariñosones. Qué majetes ellos. Ahora sí que identifico claramente el picorcillo en ambos ojos. Levanto la vista. Las banderas de Brasil siguen ondeando en los balcones. Banderas republicanas, cero patatero. Estarán en algún container en el puerto de Nápoles esperando partir rumbo a España. Juan Carlos 1 – chinos 0. Les ha cogido por sorpresa, el muy bribón. Echo un vistazo rápido al resto de portadas y no veo a Letizia por ningún lado. Supongo que el rictus del tranquimazín no da bien en las fotos. Qué lástima, porque seguro que me aliviaría un poquito el picor. Morbosa que es una.

Decido bajar al metro para alejarme de esta Barcelona céntrica llena de turistas uniformados de Primark por el bien de mis irritados párpados. Hay dos chavales gitanos con un colocón monumental de ketamina que conversan a grito pelao sin darse cuenta y bajan en Glòries para pillar el tranvía hacia La Mina. Bendito tranvía que nos permites gozar de estas epopeyas urbanas. Siento algo de alivio pensando que, al fin y al cabo, a nuestra nueva reina también le van los sedantes. Va a ser una reina muy cercana a su pueblo.

Hago el transbordo en Sagrera hacia la línea azul. Hay un cantante dominicano muy bien vestido en la estación que canta mejor que Marc Anthony, pero nadie se para a mirarlo. Yo tampoco, aunque pienso que a este tío le deberían haber contratado para el videoclip de Living Barcelona. Eso sí que hubiera sido un alivio para mis ojos. Casi tanto como los gitanos puestos de ketamina.

Y allí, sentada en el metro dirección Virrei Amat, se me ocurre pensar que a lo mejor los párpados se me irritan porque me da alergia que me pinten las cosas como NO son en realidad… Pues habrá que ir pensando en un traslado inminente o me voy a quedar sin globos oculares de tanta irritación. ¿Habrá aún parcelas a la venta en la Luna?