Barrilonia: La vida al dente://
A1: La verdad es que no llego con esto, no sé qué más hacer. La angustia me domina.
A2: No exageres. Cada vez es lo mismo. Sabes cómo andan esas cosas. Hay que dejar fluir y estar despierto para atrapar el momento adecuado. Deja madurar el tema. Ten un poco más de paciencia, dale tiempo.
A1: El tiempo… bah… linda unidad de medida. Su percepción es tan subjetiva y tan voluble. Me parece que pasa únicamente para dejarme arrugas y frustraciones. En estos días encima me parece tan lento, tan vacío de novedades, tan mezquino conmigo. ¡¡Qué asco!! Y no tengo más paciencia ni ganas de perder tiempo.
A2: Qué aburrido eres. Siempre lo mismo. Siempre te quejas de que no te salen las cosas cuando quieres, y al final siempre te surge algo nuevo y vuelves a estar alegre. Así que para un poco.
A1: ¡Qué simple lo haces! Claro, esos asuntos son míos y tú no los puedes vivir tan de cerca. No vives el tumulto emotivo.
A2: Lo que me sorprende mucho de ti es que eres un excelente cocinero.
A1: ¿Y eso qué tiene que ver con mi circunstancia?
A2: ¿Cómo puedes ser tan bueno en la creación gastronómica, en el juego de alquimista para armonizar los distintos alimentos que harán una rica pitanza, y no respetar las mismas reglas en tu vida?
A1: Sigo sin entenderte. ¿Qué tiene que ver la cocina con mi vida y mis problemas?
A2: Cuando cocinas tu plato favorito, ¿cómo lo haces?
A1: No sé. Normalmente lo cocino en ocasiones especiales, como una cena con gente querida. Me gusta ir al mercado a comprar los ingredientes. Hay veces que voy a tres lugares distintos para tenerlos todos. Una técnica de abuelita, lo reconozco, pero así consigo alimentos de buena calidad y a bajo precio.
A2: Eso ya suena diferente a una comida precocinada y congelada, ¿no?
A1: Obvio. Conoces bien la diferencia entre una comida fast food y el mismo plato casero hecho por alguien que sabe, ¿verdad? En el primer caso sacias un hambre canina poniendo cualquier cosa entre los dientes, y en el segundo vives una verdadera experiencia sensorial. Y cuanto más rica es la comida, mas tienes la obligación de disfrutarla en compañía. ¡Comer algo especialmente rico a solas es un delito!
A2: Te salió la bandera acá, jajajá. Y cuando regresas de las compras, ¿qué haces?
A1: Bueno. Me organizo y empiezo a cocinar. Me gusta poner un poco de música y, si es posible, acompañado de un buen vaso de vino.
A2: ¡Qué estilo!
A1: ¡Hay que facilitar la buena predisposición! El proceso que llamaste el juego del alquimista necesita mucho amor, atención y conocimiento. Parece una tontería, pero sin esos ingredientes no se logra cocinar un plato básico… Se olvida la sal para los espaguetis… Se queman las papas fritas…
A2: Ahí estamos. Te estás acercando solo. Reconoces que para cocinar cualquier comida con éxito se necesita darle amor, conocimiento, paciencia y atención a lo largo de sus fases de preparación, ¿verdad?
A1: Sabelo-o-o.
A2: Bien. Más o menos, son los mismos ingredientes que necesitan todos los asuntos de la vida.
A1: Quizá, pero la gran diferencia es que en mis asuntos no sé cuánto tiempo necesito para llegar al resultado previsto, a diferencia de cuando cocino.
A2: Umm… Me imagino que cuando conoces el tiempo de cocción de un plato que ya has cocinado, andas casi en automático, pero cuando preparas un plato por primera vez, ¿qué haces?
A1: Bueno, hago tesoro de mi experiencia en cocina, le doy más sensibilidad y atención para que salga correctamente.
A2: Entonces sabes que también en este novedoso plato que quieres preparar hay similitudes con un plato de espagueti, ¿verdad?
A1: En parte sí. No obstante el riesgo de errores es más alto en el nuevo.
A2: Como cuando en tu vida te encuentras con una situación que no conoces y no una parecida a lo que ya has vivido.
A1: Taaa… empieza a aburrirme esta charla. Ya que te pones en el Olimpo, saca afuera tu sabiduría Maestro.
A2: Termino. Hasta ahora encontraste cierta similitud entre las actitudes ganadoras en cocina y el hecho que a tu vida necesitas darle los mismos ingredientes. Cuando cocinas un plato de pasta, ¿sabes la cantidad de sal que hay que poner en el momento que el agua empieza a hervir?
A1: Sí, ¿y?
A2: Sabes cuando la pasta estará lista, ¿verdad?
A1: Sí, cuando está al dente.
A2: Muy bien conéctate con tus asuntos en la misma forma que lo haces con tu pasta. Si quieres la pasta al dente sabes ya lo que necesitas hacer. Para la vida al dente es lo mismo. En ambos casos si te anticipas demasiado, se queda dura, y si la dejas demasiado tiempo en la agitada agua ardiente, se queda pasada.
A1: Jajajá… La vida al dente… Cierto que te salió bien la imagen. Y los términos dura y pasada no podían ser más honestos.
A2: ¿Pedimos otra cerveza?
A1: Sí, dale.