No hay altavoces para tantas voces silenciadas

Nacida en Punta Arenas (Chile) en 1959, donde se le asigna el sexo masculino. A los ocho años sufre un grave accidente y le amputan ambos brazos. Junto a su madre, se desplaza a Alemania para tratarse en una clínica junto a los llamados “niños del Contergan” (medicamento recetado a mujeres embarazadas que provocó el nacimiento de miles de bebés con modificaciones en las extremidades). Böttner reniega de una educación como discapacitada y de la promesa de una reinserción social como ‘normal’. Rechaza tratamientos, prótesis, cambia su nombre y convierte su cuerpo en su obra: una performance viva y un monumento a la vida.

En 1984 se licencia en la Escuela de Arte y Diseño de Kassel con una tesis titulada “¡¿Discapacitado?!” en la que analiza el lugar que el cuerpo no conforme ha ocupado en la historia del arte. En 1982, durante la Documenta 7, la calle se llena de gente sorprendida. Ante ellos, Lorenza baila y pinta sobre un papel en el suelo. Su obra volverá a Kassel en 2017, en el marco de la Documenta 14.

«Infeliz la tierra que necesita de héroes.» Bertolt Brecht

La retrospectiva en Barcelona, suficientemente amplia y ordenada, permite entablar relación con todo un corpus creativo que hace de vida y obra un tejido indisociable, a la vez que nos recuerda sus vínculos con la ciudad condal, que visita durante los 80, convirtiéndose en un agente activo de la escena artística. Todos pudimos verla, inadvertidamente, bajo el disfraz de la atlética y simpática Petra, mascota de los juegos paralímpicos de 1992. Impresionan su fuerza, originalidad y destreza artística al mismo nivel que su personalidad arrolladora, seductora y desbordante. Böttner se sitúa más allá de cualquier límite físico e intelectual: supera la norma y con ello entierra todo aquello que constriñe la subjetividad. Su bello cuerpo es como todos los cuerpos, único. Más allá de las apariencias y de las clasificaciones, lo femenino, lo masculino, lo trans o queer, nos obliga a replantearnos belleza, sexualidad, poder; todas ellas cuestiones que siguen siendo de actualidad y urgentes cuando aún no hemos aceptado la multiplicidad, cuando existe discriminación de género, raza, clase social, cuando asistimos a agresiones por cuestión de preferencias sexuales o permitimos que nuestra justicia defienda quien viola a nuestras compañeras. Lorenza muere en 1994, a los 33 años, por complicaciones relacionadas con el sida, otra gran epidemia.

Agradecimiento a otra obra silenciada: la de Pere Pedrals. A través de la desaparecida galería La Rosa del Vietnam contribuyó a sacar a la luz el trabajo de Lorenza, Ocaña, Act Up Barcelona y otros. ¿Y cuántos como Lorenza o Pedrals habrá? De momento dos exposiciones están subiendo el volumen:

Lorenza Böttner. Réquiem por la norma. La Virreina Centre de la Imatge. ¡Últimos días! Hasta el 3 de marzo. Anarxiu Sida. MACBA, Museu d’Art Contemporani de Barcelona. Hasta el 18 de abril.