Conversaciones en Baqueira Beret.

mariano-rajoy-jovenM: Disculpe, señor, ¿el telesilla para la pista Luis Arias?
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artur-masA: Arturu, em dic Arturu.
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mariano-rajoy-jovenM: Arturu, tiene usted unos rossignol muy guapos, la verdad.
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artur-masA: Vostè no esquia del tot malament per ésser gallec.
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mariano-rajoy-jovenM: ¿Qué quiere decir con lo de ésser gallec, Arturu?
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artur-masA: Bé, ja sap, vostè, que allà no teniu molta tradició d’esquiar, sou més de subir i baixar escales, i les vaques.
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mariano-rajoy-jovenM: Se está usted yendo por las ramas, ¿sabe dónde esta el telesilla?
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artur-masA: ¿Yo?, pero si fue usted el que me habló de mis esquíes.
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mariano-rajoy-jovenM: ¿Y ahora al cabo de media hora, para discutir, me habla en español?
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artur-masA: Bé,bé el cas és que jo crec que la Luis Arias és una negra i això és molt perillós.
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mariano-rajoy-jovenM: Sí, lo sé, pero acaso le importa a usted.
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artur-masA: Oi, no no, com vulgui, es per allà, no el deixaré sol.
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El miedo al chándal

Al principio pensaba en Marcelo Bielsa, no parecía preocupante, pero ahora ya pienso en mí mismo. Cada vez que leo que el loco del chándal anda suelto por Barcelona y alrededores, ya no pienso en la brutalidad de tenerlo suelto por ahí, una muesca más de la escalada de salvajismo e inmoralidad acaecido en España tras la sumisión al euro. Lo que me abruma es un nuevo episodio de ataque a la prenda más cómoda del mundo, (después del pijama) primero era Chávez, luego los entrenadores de fútbol —apenas ya quedan que no lleven su trajecito de marras—.

El apijotamiento de la sociedad es alarmante, los hijos de las ciencias de la información han conseguido demonizar a la prenda más popular y confortable hasta el punto de asociarla a la de un violador parafílico, famoso por pincharles el culo a dieciseis mujeres antes de acometer su tarea —únicamente una se le desangró—. Lo curioso del caso es que los psiquiatras nunca dijeron que estuviera loco, y, lo que es todavía peor, ¡no iba siempre con chándal! Una auténtica obra maestra de ingeniería social, que se preparen los amantes del pijama porque pronto llegará su hora. Jamás el departamento de marketing de Armani lo habría hecho tan bien.