La década de los ochenta está de vuelta, y con ella regresa uno de sus grandes pilares: la cultura queer. Este concepto que vamos viendo cada vez más apareció para definir a aquellas personas que se encontraban fuera de la heteronorma. El colectivo se apropió de la palabra para empoderarla y muchas persones ya ponen la Q al final de las siglas LGTBI.

En la línia del revival del movimiento cultural que hubo en los ochenta, nos encontramos con la serie “Pose” lanzada en 2018 por Ryan Murphy, director de series tan conocidas como “Glee” o “American Horror Story”. En ella muestra el auge del ball culture durante esa época en la sociedad neoyorquina y cómo vivían las personas del colectivo que participaba en los ball rooms.

Todo empezó en los felices años veinte, cuando la comunidad LGTBIQ inició la búsqueda de lugares para reunirse y crear ambientes seguros. En ellos apareció una especie de concurso dividido en categorías temáticas y con un jurado. Debías mostrar todo lo que sabias hacer. Se juzgaba cómo desfilabas, bailabas, posabas, tu actitud y la ropa que llevabas, todo girando en torno a la categoría en la que decidías participar. En sus inicios solo eran hombres blancos que realizaban shows con perfomance drag y los afroamericanos que querían formar parte debían aclararse el tono de la piel de su rostro. Nótese el racismo.

Como todo colectivo oprimido, empezaron a movilizarse para poder ser elles mismes libremente. Los años sesenta fueron testigo de cómo afroamericanos y latinos decidieron crear su propio espacio dentro del ball culture, en general habitado por hombres gays y personas trans. No solo hablamos de los primeros espacios queer con diversidad étnica y de género, sino que eran el hogar de personas rechazadas por su núcleo familiar. A muches les echaban de sus casas por su orientación sexual o su identidad de género pero no estaban soles. Empezaron a crearse “casas” o “familias” con la función de adoptar a personas que querían competir en los balls. Lamentablemente, una amplia mayoría se encontraban durmiendo en la calle y prostituyéndose para sobrevivir. Estas “casas” se regían por una «madre», normalmente mujeres trans, que les apoyaba y ofrecía un hogar donde todo el mundo era aceptado. De este modo, se competía individualmente y con tu “familia” para ganar las diferentes categorías en las que podías desfilar, posar, bailar, mostrar tus increíbles atuendos y, en definitiva, lucirte para mostrar lo que vales.

Después del clímax de los ochenta, aparece Madonna diez años más tarde con la canción “Vogue” poniendo de moda el baile por excelencia de los balls. Dentro del colectivo se vivió como una victoria. El voguin es un estilo de baile que refleja la clase y la elegancia de las poses de las modelos que salían en la revista Vogue. Llegó a tal punto que saber bailar así era esencial para llegar al nivel y participar.

El éxito que ha tenido “Pose” muestra la necesidad de retomar y homenajear lo que la comunidad gay y trans afroamericana y latina generó. Cabe mencionar que la serie está inspirada en la película documental “Paris is burning” dirigida por Jennie Livingston en 1990. El documental da a conocer lo duro que era estar en la situación de esas personas en ese momento y todo lo que significaba el ball culture para elles con testimonios reales.

Barcelona nunca se queda atrás para dar acogida a toda persona. El rollito underground se estila mucho y une puede vivir su sexualidad libremente. Fijaos que cada vez hay más gente planteándose su heterosexualidad, ¿por qué será? La hospitalidad de esta ciudad da rienda suelta a fiestas inspiradas en el ball culture donde, ahora sí, cualquier persona independientemente de su género, orientación sexual i etnia es bienvenide.

Poseidas” es una fiesta nacida a rebufo de la aparición del reality competitionRuPaul’s Drag Race”. Con escaso tiempo de vida y bajo la inspiración de los ball rooms y el drag, genera un sitio abierto, de aceptación y amor donde cualquiera puede participar. Cada edición se celebra en una localización diferente, con nuevos premios y buscando la interacción del público, con actividades tan propias como el “Bingay”, un bingo pero algo picantón.

Si una fiesta se te queda corta, esta ciudad siempre tiene más que ofrecer. Con más experiencia pero con la misma herencia encontramos fiestas como Pluma, Futuroa Sarao Drag y Super Kiki Bow. Siempre está bien poner a prueba tus movimientos de vogue.