Ya se ha tocado anteriormente el tema de los alquileres en esta revista, y también lo he comentado alguna vez en esta sección como vecino de un barrio constantemente acechado por los pisos turísticos (holi, @mkserra). Pero siempre he escrito desde un punto de vista objetivo, pues el drama de las subidas de precio no me afectaba directamente. Vivo de alquiler, sí, pero el precio se ha mantenido estable desde que llegué aquí hace cinco años. Hasta ahora. Doscientos pavos más al mes a partir de abril, no está mal.

Si alguien ha leído esta columna regularmente, habrá visto en ella una evolución de mi sentimiento hacia el Born en la que he pasado desde las ganas de marcharme por la presión turística hasta la reconciliación con un barrio que se esfuerza por ser normal aunque no le dejan. Y yo también quiero ser un vecino normal, pero no me dejan. Ahora el dilema está entre quedarme aquí, pagando más sin recibir más a cambio, o buscar un piso probablemente más pequeño en un barrio a las afueras —por cómo están los precios, no sé si las afueras será Nou Barris o Manresa.

Para eso está el Sindicat de Llogaters, diréis. Sin duda están haciendo una labor justa y muy necesaria, pero teniendo a la dueña del piso y a toda su familia de vecinos, no sé si me conviene entrar en conflictos.

Reconozco que me puede cierto orgullo y fantaseo con la idea de ver a mi casera llamando a la puerta para intentar negociar (porque soy un inquilino-vecino estupendo, es la verdad) y entonces nos marcaríamos un Pimpinela en toda regla:

—¿Quién es?
—La casera.
—¿Qué vienes a buscar?
—Venía a hablar lo del alquiler de abril.
—Ya es tarde.
—¿Por qué?
—Porque ahora soy yo la que quiere estar sin ti.

Lo mismo me pasa con el barrio. No sé si lo nuestro podría durar para siempre y tampoco lo pretendo, pero no me importaría pasar unos cuantos años más juntos.

Ahora mismo me gustaría decirle: “Ahí te quedas. Lo he intentado todo, pensé que lo nuestro se estaba empezando a arreglar pero veo que no quieres poner nada de tu parte. Que te den, ya encontraré a otro mejor”. Pero lo diría sabiendo que, aunque tenga sus más y sus menos, no sé si encontraré a otro mejor.