Al poco tiempo de venir a vivir al Born abrieron una tienda de Dolce & Gabbana al lado de casa. Justo lo que necesitaba para mi día a día en el nuevo barrio. Cerró poco después, y en su lugar abrieron una zapatería de lujo que tampoco duró mucho. Tras unos meses vacío, el local se transformó en Le Gourmet Delicates’s AKA Original’s Bakery AKA La Baguetina Catalana AKA Negocio Turbio Disfrazado de Panadería. Por fortuna para la gente del barrio, para los turistas incautos y para la marca Barcelona en general, esta antítesis de Hofmann echó el cierre unos meses después de abrir. Desde entonces andan en búsqueda de nuevos aventureros que estén dispuestos a pagar el módico precio de 5.000€ al mes, más o menos lo mismo que piden por otros locales de la zona y que ha sufrido historias de mudanzas similares.

Al lado de este local abrieron un Desigual que apenas duró unos meses y acabó reconvertido en supermercado. ¿Adivináis que pasó después? ¡Sorpresa! El supermercado sigue abierto. No soy experto en inversiones, pero a lo mejor es que la gente del barrio somos muy especialitos y preferimos gastar nuestros ingresos en cosas superfluas como, yo que sé, alimentación (lo siento, Baguetina Catalana, lo tuyo no cuenta como comida).

Salvando alguna marca que mantiene su espacio más como showroom que como punto de venta, está demostrado que lo que triunfa en el barrio son los negocios pensados para la gente que vive aquí. ¿Y los turistas? ¿Es que nadie va a pensar en los turistas? Por supuesto, todo el mundo es bienvenido. La gente viene al Born a recorrer sus pintorescas calles llenas de tiendas de diseño local y restaurantes con una oferta gastronómica estupenda para vecinos y visitantes. Y si buscan grandes cadenas siempre pueden ir al Maremagnum, o a La Roca Village, o a Portal de l’Àngel (me disculpen los vecinos de esa calle, si es que queda alguno).

¿Y los grandes perjudicados de todo esto, los propietarios del suelo? Muchos inversores apostaron en su momento por que el Born se convirtiera en una especie de Soho barcelonés, pero ahora empiezan a notar que esto no es más que un barrio normal. Bonito, sí, pero normal. Y si buscan rentabilidad a largo plazo, a los propietarios de los locales les compensará bajar el alquiler para acoger una frutería o una ferretería en lugar de pretender que esto sea una sucursal del Passeig de Gràcia, Baguetina Catalana incluida.