“Hace falta mucha fantasía para soportar la realidad” es una frase que me acompaña desde el 11M –corona su monumento– y reflota cada vez que parece que el barco se vaya a pique. Así que hoy no vamos a hablar de terrores o indignación, sino de algo maravillosamente escatológico, que para eso estamos en Catalunya: caca de perro. Según el Consell de Col·legis Veterinaris de Catalunya, en 2021 se ha batido un nuevo récord de inscripción de animales de compañía. 123.591, un 17,5 % más que en el Año Voldemort. Del millón y medio de mascotas que viven en Barcelona, 170.505 son perros. No he encontrado muchos datos antes de entrar en un bucle de arcadas, pero sí he podido averiguar que un perro medio hace 18 kilos de caca al mes. O sea que haciendo un poco la cuenta de la vieja, los perros de Barna nos dan un poco más de 3 millones de kilos de caca al mes. Rico. Son los kilos que recoge en toda su campaña de vendimia Aragón.

Y otra cantidad mareante: 37 millones de caca al año. No estaría mal no usar bolsas de plástico para recogerlas, porque si tenemos en cuenta que cagan, de media, dos veces al día, estaríamos usando 730 al año. Si sumamos a todas las vecinas con perro, son más de 124.468.650 bolsas solo en Barcelona. Mejor pasarse a las biodegradables que a no recogerla, eso sí, porque entre otras cosas, las multas por dejar el regalito en la calle ascienden a 1.500 €. El problema es que en 2019 Barcelona puso 51 multas y aún así está por encima de la media española de 21. Solo en Huelva, Málaga y Sevilla caen más marrones por no limpiarla. Sé una buena persona perruna y por la paz mental de todos los Ayuntamientos, ayúdales a que el tema caca de perro no sea la mayor queja que reciben.

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