El pollo que se está montando entre el movimiento vecinal ravalero y el Macba sobre el futuro uso de la Capella de la Misericordia tiene una solución que seguro que dejará a las dos partes contentas. Como ya sabe todo el mundo, el CAP Raval Nord ocupa actualmente unas instalaciones en estado lamentable: el antiguo dispensario antituberculosis del gran arquitecto Josep Lluís Sert.  Se trata de una de las primeras obras racionalistas en el estado español cuando Sert fue comisariado durante la Segunda República, y es conocida por ser uno de los primeros edificios construidos con estructura de acero. Se necesita urgentemente reubicar el CAP en un nuevo espacio capaz de responder a la demanda del barrio, y la Capilla de la Misericordia es donde muchos usuarios de este equipamiento —vecinos del Raval— quieren que se reubique. El problema está en que el Macba también tiene en su punto de mira esta capilla, a pesar de que ya dispone de varios edificios en su entorno. La polémica está servida, y la que ha surgido es la de siempre: ¿para quién es un barrio: para los vecinos, o para los turistas que lo visitan? Los turistas no visitan un barrio para ir al CAP, como es lógico, y los vecinos no suelen ir mucho al Macba (con algunas excepciones, como por ejemplo el que firma este artículo y a lo mejor algún cultureta modernillo ravalero más).

El CAP y los vecinos tendrán, entonces, un edificio higiene-icónico proyectado por un premio Pritzker (…)

Se me ocurre una solución: aprovechar los edificios según su arquitectura. Una capilla es una nave grande y diáfana, o sea, no es una arquitectura óptima para un CAP que necesita muchas salas pequeñas. Es mejor que se aproveche la Capilla para instalaciones artísticas, digo yo. Sin embargo, el Macba es un edificio de arquitectura blanca, estéril, y de muchas salas. Sería perfecto para albergar el nuevo CAP! Además tiene una rampa para sillas de ruedas y camas hospitalarias. Lo único que haría falta es colocar una cruz roja sobre la fachada blanca. Propongo, por tanto, que el CAP se instale en el Macba, y el Macba en la Capilla Misericordia. ¿Y qué hacemos con el antiguo dispensario antituberculosis? Bueno, se lo puede quedar el Macba también, ya que es patrimonio arquitectónico, y el Macba tiene una colección importante de dibujos de arquitectos racionalistas, Sert incluido. El CAP y los vecinos tendrán, entonces, un edificio higiene-icónico proyectado por un premio Pritzker, y los turistas del arte contemporáneo no tendrán que acudir más a un museo que parece un hospital.

Foto de Santiago Botero