Por alguna extraña y morbosa razón las buenas gentes de esta revista cultural tuvieron a bien proponerme el reto de cocinar y explicar mi (más que probable desastrosa) experiencia, para el deleite del personal ávido de cachondearse del bloguero torpe. Evidentemente no estaban tratando con experimentados blogueros como “La Cocina de Cuca” o “Los sabores de Jose” y el reto era complejo. Para acabar de ponerlo difícil y tener más opciones de risa no se les ocurrió otra cosa que cocinara en mi casa un plato tan sencillo como un Catalan Okonomiyaki. Si no se puede deletrear no se puede cocinar. Pero sí, que adelante. Que me ahorrara las bromas con el nombre (el profesor de Karate Kid, inevitable) y me ensuciara las manos con unos ingredientes que, todo sea dicho, eran bastante asequibles, excepto por la decoración.
Cuando me acerqué a mi súper a pedir copos de atún secos se rieron de mí, y cuando pregunté dónde tenían la salsa okonomiyaki me enviaron a un sitio que creo que no existía porque busqué durante una hora y sólo los veía reírse mientras me señalaban a lo lejos. ¿Pero a quién le importa la decoración? Me hice con los ingredientes básicos y adapté lo que no encontré. No pude hacerme con udon (bravo, tío, bravo) y utilicé unos fideos orientales muy resultones que al final iban a ser engullidos por esa especie de tortilla gigante que resulta de mezclar todo lo que tiene que ser mezclado. Y es que un plato que junta gambas con panceta no puede salir mal nunca y eso lo debe tener claro todo el mundo.
Empecé salteando algo de col, un poco de panceta, una guindilla y medio ajo a fuego fuerte. Ahora sí que me sentía miembro de “Los fogones de la Pepi y el Jacinto”. Por otro lado iba cocinando los fideos para que una vez al dente y algo más fríos pudieran ser mezclados en un bol con un par de huevos y las gambas. Los dejé enfriar porque tenía miedo de que me cuajaran el huevo batido, que uno es bloguero pero no incapaz del todo.
Una vez salteado todo en la sartén 1 y mezclado lo que debía ser mezclado en el bol, hice que todo se enredara en la sartén 2, que era una sartén más pequeña buscando que esa especie de tortilla catalanojaponesa quedara bien obesa y algo cruda por dentro. A fe que lo conseguí, aunque me temo que no pesar los ingredientes antes de proceder con la receta ayudó a crear un monstruo…
El resultado, teniendo en cuenta que de decorar nada de nada (siempre suspendiendo Plástica…), fue algo que recordaba a una frittata cuando conoció a una tortilla de patatas. Pero con fideos orientales. Eso sí, la dignidad de quien les escribe totalmente intacta y me comí el más que decente engendro.
Lectores, atentos, después de su feliz reto, David Valdivia visitó Casa Xica y se zampó la receta auténtica. Podéis leer el torrente de sensaciones que sufrió esta tarde en bcnmes.com