Érase una vez un futuro incierto que inquietaba a toda esa horda de comunes mortales sometidos a la tiranía de su incómodo presente. Queda un poco largo, pero es el claim publicitario que aparece en todo mi branding corporativo.

Un repentino aglutinamiento de macabras coincidencias desencadenará una reacción digital que acabará complicándole las cosas a un ya hastiado Mark Zuckerberg que no derramará una lágrima cuando sucumba al cierre de los servidoresNo hace falta ser un pitoniso de éxito como yo para adivinar que las personas físicas están sufriendo la nueva revolución industrial. La digitalización de nuestra identidad está convirtiéndonos al mismo tiempo en nuestro propio producto, nuestra propia empresa y nuestro más burdo marketing. Esta evidencia palpitará toda su tragedia más adelante, pero os voy a dar unos cuantos adelantos. Si queréis saber más no dudéis en llamar a mi línea 900.

I. Fin de Facebook, tras las manifestaciones en Barcelona

Será en 2024. Un repentino aglutinamiento de macabras coincidencias desencadenará una reacción digital que acabará complicándole las cosas a un ya hastiado Mark Zuckerberg que no derramará una lágrima cuando sucumba al cierre de los servidores. Al parecer un primo del hijo de Jordi Pujol colgó una foto con el representante de Neymar y, a partir de ahí, hubo una atada de cabos general, de la que no se libraba ni el tipo altruista del bar del anuncio de la Lotería Nacional. La sociedad putrefacta se hacía tan visible y evidente que salimos a la calle a reclamar nuestro derecho a mantener nuestra mierda en secreto, y poder ilusionar a los niños durante un par de años de cándida infancia con el supuesto de que el mundo es Disneylandia, pero más grande.

II. Catástrofes artificiales

En una línea aún más apocalíptica, empiezan a proliferar estudios catastrofistas que parecen fallidos guiones hollywoodienses. Se inauguró recientemente una exposición en CosmoCaixa llamada Experimento Año 2100 ¿Qué nos espera en la tierra en el futuro?

Obviamente, este tipo de juegos bizarros son el hazmerreír en nuestra sociedad secreta de clarividentes, pero no dejan de insinuar algo interesante: las catástrofes siempre han resultado atractivas, uno huele a destrucción y se pone a buscar el torrent. Se da un tsunami y se hace lo imposible para hacer una película. En cada terremoto nos preguntamos quién coño es Richter pero flipamos con el puntaje de su escala. Bien, pues siento spoilear vuestras tormentosas cabecitas. Esto va para largo. No lo tendremos tan fácil. No viene un meteorito del tamaño de Kansas a destruir el Fórum y de paso la tierra. Si queremos drama, nos lo tenemos que seguir currando. Calentad polos, contaminad, contaminaos, no recicléis, reciclaos, jugad con las armas químicas y rediseñad un acelerador de partículas. Sin todo este esmerado trabajo de campo el nivel del mar no va a subir más de medio milímetro en nuestras vidas y habrá que seguir viendo las reposiciones de Aquí no hay quien viva hasta el ocaso final.

III. Música para sordos

Puede que el talento sea aquello que queda después de olvidar lo que sabes. Lo que tampoco significa que uno haya de pasarse por el forro cualquier tipo de inquietud de aprender cosas, esperando que la mágica divinidad que en ti se esconde obre por sí sola para llenar tu cuenta de ceros. Ajenos por completo a esta interesante reflexión, el panorama musical petará definitivamente en un futuro cercano. El año que viene, como muy tarde. Y esto lo escribí hace diez años. Barcelona anda sumergida, en sus entretelas politicoides, en un alarmante esnobismo musical y una cruel desidia popular. Hay una ingente cantidad de buenos músicos pensando qué lamentable producto pueden hacer para vender algo. Sería como si los científicos capaces de curar todas las enfermedades tuvieran que crear armas químicas para sobrevivir. Lo sé, esto también está ocurriendo.

[quote align=»left»] Mascotas y animales de zoológicos formarán un letal ejército que cargará contra la tiranía de sus dueños

IV. Un búho terrorífico

En la famosa localidad de Purmerend, al norte de Amsterdam, un búho enloqueció y atacó a 50 personas sin motivo aparente. Es reseñable que ninguna de esas personas pudiese con el animal. Esto no pasaría en Hospitalet.

Un portavoz del consistorio holandés explica que lo tienen retenido en estrecha vigilancia, mientras le encuentran un destino apropiado. Asegura que el origen de esa violencia desmedida podría ser que se crió en cautividad. Antes de 2030, una terrorífica representación de Rebelión en la granja acabará con el mundo tal y como lo conocemos. Mascotas y animales de zoológicos formarán un letal ejército que cargará contra la tiranía de sus dueños. Todo empezará con los loros de las Ramblas y las palomas de la plaza Catalunya, atacando a los ancianos sin la más mínima piedad.

V. Eclipses misteriosos

El pasado 20 de marzo hubo, al parecer, un maravilloso eclipse de sol. En Barcelona no se vio un pijo por un manto de nube tóxica. Obviamos la nube y sólo nos lamentamos de la no visión del fenómeno. ¿No tenéis la sensación de que siempre nos dicen que es “el último” eclipse que veremos? Los medios informan de que hasta dentro de cien años no volverá a ocurrir una cosa así, que si esto sólo se dio una vez en los últimos mil años, que si tal que si cual. El caso es que cada año habrá un fenómeno único. Lo van viendo sobre la marcha.