“Closing time, closing tiiiiime…” Desde hace un par de días se me ha pegado esta canción que solía escuchar diez minutos antes de que cerraran las puertas de una sala de gimnasio. En Ecuador, el día de Nochevieja, los amigos o familiares te invitan a construir juntitos un monigote con papel de periódico y ropa vieja. Representa el Año Viejo con rasgos que caracterizan los hechos pasados. Cuando doblan las campanas se quema al monigote para alejar las energías negativas del año que se acaba. A algunos les recordará a imágenes de Valencia adelantadas en el calendario con un poco menos de ruido de petardos.

Este año nuestro muñeco estará en posición de caganer. Me parece bonito mezclar símbolos catalanes con ecuatorianos. De hecho comparten ya un equipo de fútbol con el Barcelona de Guayaquil fundado por unos sabios catalanes. Entonces ¡qué menos que un caganer! Con muchos billetes de banco escondidos en los bolsillos, en las zapatillas, en las orejas y hasta en las fosas nasales… pero ninguno se caerá al suelo. Se los hemos pegado con superglue y se quemarán con él hasta ser polvo sucio. En el centro de la cara le pondremos una rama en la nariz como la de Pinocchio. Pero aun así la gente que pasa por delante se creerá sus promesas para ver hasta dónde crecerá la rama. No llevará ningún color de ninguna bandera. Él sabe cómo traspasar fronteras, dejando esos temas populares para otros, mientras goza contando billetes. Tío Gilito total.

En las plazas de las ciudades ecuatorianas, antes o después de la incineración del monigote, si no han pegado ya un trago de sobra de pecho amarillo, recitan un testamento satírico que celebra el antes y el después de la ceremonia. Suelen hablar de lo que se deja en el año anterior, recitando por última vez las lecciones de vida que les dieron los pasados doce meses y que les podrían servir en el futuro:

“No más rimas en 4!
1714 en el Born;
1864 en la plaça Vila de Gracia;
1914 en la biblioteca de Lesseps…
¿Tendremos que esperar 69 para no celebrar una batalla, un edificio, una guerra sino une année érotique como cantaba Gainsbourg?
La historia memorial es siempre más presente (o pesante) en las noticias. Vivimos en la instantánea sin estar muy atentos a las enseñanzas de las generaciones vivas. Pero buscamos en el presente con la mitología de los hechos centenarios… Me encanta la Historia pero hay que reconocer que a veces, su letra hache en mayúscula se transforma en una potente hacha. Es cuestión de proporción.
Esta noche bailaremos entre el fuego y la luna pisando las cenizas del pasado. Y debajo de nuestros pies se fertilizará la tierra -gracias al caganer-, para que de ahí crezcan ideas nuevas. Hasta que el sol dé luz a la creatividad.”