Cataluña celebra su primer congreso por la vivienda
«¿Os imagináis una portada con cientos de miles de manifestantes que piden la regulación de los precios del alquiler, la venta
de pisos y la dación en pago?»
Todo temazo acaba encontrando su congreso. La vivienda, cuya crisis estructural ocupa vergonzosamente pocos titulares, por fin tendrá el suyo. Apunten en la agenda: el 16 y 17 de noviembre la Nau Bostik acogerá el I Congrés d’Habitatge de Catalunya. Un encuentro de las decenas de colectivos que luchan por una vivienda digna y que hará balance de sus experiencias, compartirá sus tácticas guerrilleras y lo mejor, servirá para “imaginar un Moviment Popular Organitzat per l’Habitatge de Catalunya”, explican sus convocantes. Una nueva esperanza que se abre paso entre tanta bandera, tanta campaña y tanto fútbol.
Los congresos sirven para que la gente salga de ellos más informada, pero sobre todo para que se creen nuevas redes de lucha conjunta. Los organizadores buscan precisamente esto, con la unión de plataformas que se referencian y copian herramientas, pero que no han tenido tiempo de sentarse a contarse qué hacen y qué pueden seguir haciendo en el futuro. Lo cierto es que el movimiento sufre desde hace tiempo una cierta “atomización”. Los frentes son tantos que cada barrio se organiza con sus vecinos frente a los desahucios de sus alrededores y no ve lo que pasa en otras zonas de la ciudad ni alza la vista para plantearse cómo avanzar. Con más de 1.600 expedientes de expulsión en 2018, es difícil pararse a pensar más allá de actuar en el aquí y ahora.
El objetivo de crecer para organizarse por arriba es llegar a actuar “como un solo músculo social cuando sea necesario” y poder “golpear juntas cuando sea necesario”. Un hecho refleja esa necesidad. La manifestación contra las subidas abusivas del alquiler que se celebró el pasado 6 de abril en Barcelona y era uno de los actos previos a este congreso apenas logró reu-
nir a algo más de 5.000 manifestantes. Eran muy pocos teniendo en cuenta la magnitud y transversalidad del problema y el currazo que tienen los grupos de vivienda cada día. Porque no solo se paran desahucios. Las plataformas consiguen parar subidas del alquiler, recuperan pisos y hasta bloques vacíos y negocian con el Ayuntamiento salidas para las familias cuando el lanzamiento es inevitable.
En el congreso podrán participar las organizaciones de base que trabajan temas de vivienda y funcionan por asambleas. Es decir, la PAH y todas sus primas: los colectivos de vivienda y los sindicatos de inquilinas. Tendrán voz y voto. Y en ese intento por crecer invitan también al resto de movimientos sociales: sindicatos de clase, colectivos feministas, de barrio, casas okupadas, asociaciones de vecinos y un largo etcétera. La diferencia es que estos tendrán solo voz en los debates, pero no voto.
Las inscripciones estarán ya cerradas para cuando leáis esto, pero en paralelo al congreso se convocarán distintos debates y asambleas abiertas a todo el que quiera asistir. El músculo social necesitará articulaciones, ligamentos y piel para escalar en la avalancha de noticias sobre el interminable procés, la eterna campaña electoral y la omnipresencia del fútbol.
Soñemos un poco. ¿Os imagináis una portada con cientos de miles de manifestantes que piden la regulación de los precios del alquiler, la venta de pisos y la dación en pago? Sería el paso previo para que toda esa reivindicación sea una realidad. Un país donde a nadie le suban el alquiler 300 euros de un día para otro, donde nadie te desahucie por impago de la hipoteca o donde al entregar tu casa, la deuda quede saldada. Parece lejano, pero no imposible. Y nos va el techo en ello.