Ser un mortal-común implica, entre otras cosas, vivir encallado entre la esperanza y la desesperación. No se celebran las victorias, sino los destellos, momentos en los que uno siente que las cosas, por fin, podrán ser diferentes. El mundo del trabajo ha sido históricamente una fuente de dominación Upper Diagonal, ejemplificada en la figura del jefe y la organización vertical de la empresa. Por este motivo, con el surgimiento del cooperativismo como alternativa real al modelo económico y empresarial imperante, el mortal-común pudo esbozar una de aquellas dulces sonrisas que solo se explican por la condición del que no ha conocido más que la derrota. El cooperativismo bendice el deseo del alma y nos iguala en el mundo del trabajo.

«Compartirás la mesa, la silla, el lápiz, el wifi, el oxígeno y la falta de respeto por tu dignidad, porque te la estamos colando que da gusto.»

Pero, amigas, ya hemos dicho que las victorias no son eso, sino meros espejismos, ilusiones dosificadas a cuentagotas para que no se nos ocurra que la única salida para salvar Troya es que Troya arda. Con esta nebulosa de ideas conflictivas anduve yo por las anchas calles del Upper, intentando hallar en sus limpios rincones nuevas ideas para alimentar esta columna. Que si solo hay abuelos, que si los coches brillan más que los vestidos de Lady Gaga; la esquizofrénica proporción de panaderías molonas, o la total ausencia de imaginación en la elección del color de la bufanda. Todo esto ya me lo conocía, pero de repente unas letras llamaron la atención. Bien, para ser sincero reconozco que no llevaba las gafas puestas, pero en las puertas de un Co-working recién estrenado vi un precioso cartel que, al ritmo de un motivo hippie y juvenil, rezaba algo así:

“Los tiempos cambian, y sabemos que tú cambias con ellos. Por fin hemos dejado atrás aquellas prácticas que te decían que tú no podías ser lo que querías ser; ya no hace falta que te reprimas más, quítate ya la coraza que arrastrabas y vuela con nosotros, en la Cooperativa Upper-Femi-guay:

Por solo 2000€ al mes, una letra de garantía sobre la hipoteca de casa de tus padres y un par de dedos de tu mano (¡a elegir!), podrás disfrutar de todas las ventajas de un espacio de trabajo realmente horizontal, cooperativo, solidario, econfriendly, partyhouse, globetrotter y con olor a canelón. Compartirás todo con todos, porque eso es lo que quieres, ¿no? La mesa, la silla, el lápiz, el wifi, el oxígeno y la falta de respeto por tu dignidad, porque te la estamos colando que da gusto. Compartir es cool, compartir es feminista, compartir es el vínculo fraternal del conocimiento… Upper Diagonal”.

Y es que la sensación de luchar contra el Upper Diagonal no llega ni siquiera al nivel de impotencia de una representación de David contra Goliat. El upper cambia de forma tan rápido que a la que le descubres ya se encuentra en islas Caimán tomándose una caipiriña. No, el upper toma la forma lírica de las canciones de Chenoa, y es que cuando tú vas ellos ya ha hace tiempo que han vuelto.