Érase una vez un rincón casi italiano en el corazón del Gòtic, que albergaba la Escola Superior de Disseny i Art Llot-ja. Pero allá por 2009, pareció sufrir problemas estructurales que obligaron a su traslado a Sant Andreu. Y el precioso palacio quedó vacío casi para siempre. En manos de la Generalitat, su reina bruja, se especuló y especuló sobre su futuro, pero siete años pasaron con todas sus noches y el Borsí seguía palpitando en soledad. Hasta que el globo sonda llegó: la Generalitat barajaba venderlo al mejor postor. Hoteles, pisos de lujo, grandes constructoras se frotaban las manos mientras el diezmado pueblo se estremecía.

Pero contra viento y marea, los vecinos del barrio se alzaron en pacíficas armas y empezaron a moverse para evitar la definitiva pérdida. Porque hay truco del almendruco: más que daños estructurales, un falso techo se vino abajo y ni un arquitecto certificó el peligro de derrumbe inminente. En su momento, la voz de estudiantes y parte del profesorado no fue suficiente para frenar tamaña afrenta. La Generalitat los desterró y cerró palacio.

Diversas pretendientes han intentado hacerse desde la decadencia con el palacio para llenarlo con sus fantasías.

Diversas pretendientes han intentado hacerse desde la decadencia con el palacio para llenarlo con sus fantasías. Desde las extravagantes tentativas de Jaume Roures de convertirlo en sede de un museo sobre Woody Allen, como broche a una VickyCristinaBarcelonización infinita, hasta más y más instituciones, como si el barrio no fuera ya toda una fortaleza gubernamental. Lo que los vecinos intentaban evitar a toda costa, transmite Martí Cusó, miembro de la Plataforma El Borsí per al Barri, es que se convirtiera “en un hotel o museo que atraiga aún más turistas”.

La Plataforma atrajo al Ajuntament en su cruzada por recuperar palacio, y este preguntó por precios a la Generalitat. Dada la deuda de Puigdemont con el consistorio, camino de ser histórica, no tuvo más remedio que aceptar el trato. Por 40 millones, Colau se queda con el Borsí, cinco solares en Can Batlló y una de las antiguas cotxeres Borbó. A cambio, la Generalitat invertirá el dinero en poner en funcionamiento las dos estaciones de la L10 en Barcelona que están paradas, con el consecuente enfado de Marín, la alcaldesa de L’Hospitalet, que ve cómo las suyas quedan de nuevo en el limbo.

Pero cuando nuestra aventurera Plataforma se veía bebiendo licor suave, volvió a encontrarse con veneno. ¡El Ajuntament quería ceder el Borsí a la Fundació Bofill! Con la excusa de falta de presupuesto para la rehabilitación, le cederían el edificio a cambio de que se encargara de las obras y dejara 800 m2 para los vecinos. La entidad instalaría allí sus oficinas, entristeciendo la voluntad de los vecinos que no entendían visiones tan opuestas conviviendo entre las mismas paredes.

La presión a un Ajuntament con entendederas fue clave para forzar una reunión en la que se escucharon sus demandas. Entre Cultura y Ciutat Vella, dos patas de la institución, se acordó que 1.600 m2 se dedicarán a un “equipamiento cultural público” y el resto a un “espacio comunitario vecinal”. Dice Cusó que ese cambio sí lo vieron “con buenos ojos”, pero les preocupa la amplitud de posibilidades que abre el “equipamiento cultural público”. Por ellos, una biblioteca, una escuela de música o lo que sea, pero con “visión de barrio” y “permeable” al espacio vecinal.

Antes del colorín colorado, las reformas que costarán 3 millones de euros y la renuncia al plazo de un año que la Plataforma exigía en principio. El ejecutivo municipal se compromete a terminar las obras y poner en marcha los dos proyectos antes del fin de su mandato, por lo que pudiera ocurrir. Y aun así, los vecinos no las tienen todas consigo. El hecho de que Cultura dependa del PSC de Jaume Collboni les despierta ciertas suspicacias. Entre la alegría de la victoria, el paso que Cusó califica de “en la buena (o en la nuestra) dirección” y la prudencia para tirar cohetes como sí lo ha hecho ya el Ajuntament.

¿Conseguirá el pueblo recuperar su palacio? Quién sabe. Al menos cree que un cielo en un infierno cabe y da la vida y el alma a un desengaño. Qué remedio. “Esto es amor, quien lo probó lo sabe.”