“Tragamos mentiras a lo largo del día, gracias a una prensa que es la vergüenza de este país. Todo pensamiento, toda definición que pueda aumentar esas mentiras o mantenerlas es hoy imperdonable.” Palabra de Albert Camus. Vivimos tiempos en que todo tiende a deshacerse y a desarticularse, y en el que desmentir y desdecirse ya no es una forma de negar lo dicho sino el proceso estipulado para llegar a ser presidente del gobierno. Si existe un prefijo que hoy en día encarne la supresión premeditada y consciente de los derechos, tiene que ser el prefijo des-: desempleo, deslocalizar, desregular, desocupado, desahucio, desalojo, despido, despotismo… Este prefijo expresa la “anulación de una acción ya realizada, o una acción contraria o inversa de la significada por la base” (Manuel Seco). Y dado que las palabras preceden a la política, y dado que nos anulan derechos ya logrados y nos ofrecen una democracia contraria o inversa, me gustaría compartir algunas reflexiones al respecto, en forma de carta al presidente del gobierno, para no perder el tren de la política futura:
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Si no me pareciera una desvergüenza, pensaría que es descojonante el descaro y el desparpajo con el que nos desprecian ustedes, nuestros representantes políticos. A la desconfianza y descontento (mayoritariamente silencioso, claro) que provoca la desinformación oficial, se ha de añadir el previsible desenlace desastroso al que desembocan estas políticas de desregularización, deslocalización y desahucio masivo. Pero a ustedes, nuestros deshonestos políticos, cualquier articulación, regla u ocupación que quede sin desmontar o desocupar, les parece un desperdicio. Son unos deslenguados que no se despeinan cuando desembuchan despropósitos que promueven el desgobierno y el despilfarro: y luego que no les hablen de desembolso de lo embolsado. Es una desgracia dejarse desplumar así, sin que haya ninguna destitución o se desentrañe quién es el responsable de tanto desenfreno y desajuste de cuentas B. Uno, señor presidente, sólo puede desfallecer. Yo sé que usted dirá que sólo hay unos hilillos de verdad desprestigiada en todo esto. Que todo es mentira, salvo alguna cosa. Y que en todo caso no se podrá demostrar. Con qué desenvoltura se desencuentra usted con la verdad, que muy pronto me imagino comenzará a ser desverdad, y de ésta se desgajarán sucesivos desconceptos del desastre que se avecina: derecho al desaborto, derecho a la desmanifestación y derecho a la deseducación. Puesto que nos niegan la posibilidad de desnacionalizarnos de este país desnormal, y las opciones de un partido político llamado El Desconservador me parecen nulas (aunque quedaría bien como hipotética época futura: La Desconservación Española), le sugiero tres iniciativas políticas para que en el veredicto de la historia usted sea conocido con el benigno título de Mariano I El Desidiota: 1) Desprivatización de la vida pública; 2) Desobediencia civil y fiscal (¡oh, querido Thoreau!; 3) Y el más importante: desaparezca usted, Mariano. Desaparezca. [/s2If]