El machismo no entiende de clases, pero en el Upper brilla con luz propia

Anduvo insegura los escasos metros que separaban la cocina del comedor principal. Un recuerdo de la niñez se le cruzó por la mente. Tenía doce años cuando a su escuela vinieron unos profesores externos de inglés para examinarles individualmente. Ella había estudiado y se creía preparada, pero lo que había detrás de la puerta era más que un ser humano ejerciendo una función distinta a la suya. Era autoridad, era poder de corrección.

–Cariño.
–¡Clarita! Dime.
–Quiero ir a la mani. –”Ya está, ya lo he dicho”, pensó.
–¿Qué mani?
–¡La mani feminista del jueves, por supuesto!
–Pero tú no eres eso. ¿Por qué quieres ir?
–Las mujeres estamos maltratadas por la sociedad. Cobramos menos dinero por las mismas horas trabajadas, y hay muchas que solo nos vemos como cuerpos y no nos valoran por lo que pensamos…
–Venga, no exageres…
–¡Es verdad! No estás en mi piel, no sabes lo que es que te digan algo por la calle, al salir del gym. No hay derecho.
–Eso será a ti, porque con ese cuerpo que tienes no me extraña… Venga, cariño, que sabes que te gusta un poco. Además, aprovecha ahora que cuando seas todo arruguitas no te lo dirán.

Mierda. Estaba pasando otra vez. Esa sensación de entumecimiento mental, de estar nadando contra corriente en medio del océano. Dejarse ir, dejarse ir y seguir viviendo como siempre lo ha hecho… pero hoy no. Aún no.

–Mira, no. Basta de eso. Sabes que hay cosas que dirías a una tía y no a un tío. ¿Qué me dices de los sueldos? Eso es una injusticia lo mires por donde lo mires.
–Pero, cariño…, tú no trabajas. A no ser que consideres la clase de zumba un trabajo. Mira, entiendo lo que me dices. Y tienes razón, es injusto que las mujeres cobréis menos, ¿vale? Pero dime, ¿qué más quieres en tu vida? ¿Qué hay que no tengas o no puedas hacer?
Otra vez se le cruza por la mente el examen de inglés. Al atravesar la puerta se encontró con un señor de estatura gigante, edad avanzada y un bigote frondoso. Todo iba bien al principio, hasta llegar a una pregunta que le desorientó:
–What do you want to be when you grow up? [¿Qué quieres ser de mayor?]
–I want to be a footbalist [Quiero ser futbolista]
–Why would a cute girl like you want to get dirty running around and kicking a ball? [¿Por qué una niña bonita como tú querría ensuciarse corriendo y dándole al balón?]

Volvió de golpe a la realidad.

–No lo sé, la verdad… quizá no es por mí, a mí todo me ha ido muy bien pero…
–Shht, no hace falta que digas nada más. ¿Te entiendo, vale? Iremos juntos. ¿Qué te parece?
–¿De verdad harías eso por mí?
–¡Pues claro! ¡Y si hace falta me pongo un plumón y me disfrazo de mariquita!
–Ja ja ja –Al unísono.
–Qué tonto eres, amor mío.
–Te quiero.
–Y yo también.

Feliz Día Internacional de la Mujer.