Una de las cosas que ahora mismo tengo más ganas de hacer es pasear, pasear por donde sea, pero sobre todo pasear para ir a comer y montar un Menú de Dios posconfinamiento de puta madre, así que aquí va mi elección.

Lo primero, sin ninguna duda sería irme a tomar unas mixtas (bravas) y una caña al templo de estas. El sitio que desde que tengo uso de razón, gastronómicamente hablando, ha sido la cuna de hacer campana por la mañana en el cole, hablo de El Tomás de Sarrià. Con una jarrita, o dos o las que sean, en mi caso, las raciones de bravas van en relación directamente proporcional a las de cerveza, 1 de bravas = 2 jarras (jarritas, odio hablar con putos diminutivos, y escribir ni te cuento).

Segundo punto, los torreznos de la Bodega Carol (c/ Aragó 558, esquina c/ Independència). Llegados a ese punto y siempre pensando en el postre, me iría a comer El menú del Bar (Bodega) Gol (c/ Parlament 10), y a disfrutar, aunque me lo tenga que comer en una barra improvisada en la calle, porque todavía no se puede comer dentro.

Por un último, el postre, parada en La Donuteria (c/ Parlament 20) y, para acabar de coger fuerzas para la rentrée, me tomaría un helado de fresas del Maresme con Massimo en Delacrem (c/ d’Enric Granados 15). Y de ahí ya, pues a echarme la siesta en el FGC de vuelta para casa, que lo del posconfinamiento hay que llevarlo con tranquilidad y con comidas ligeras y equilibradas, dicen… Eso dicen, que hay alguien que lo estará haciendo y habrá creado hasta un jodido hashtag al respecto.

¡Ganas de verse, gentuza!