Pp-racistaLa mitad de la población del barrio del Raval es extranjera. Y eso al PP no le gusta nada. O más que no gustarle, que también, meterse a saco con que personas de otros países se instalen en nuestro país le sale, por lo que parece, asquerosamente rentable. Con una campaña tremendamente racista, Xavier García Albiol se hizo con la alcaldía de Badalona, que llevaba casi siglos bajo los mandos del PSC. Ahora, en Barcelona, el partido usa una casi peor: «El Raval no puede convertirse en un gueto islámico».

En Badalona, en enero de 2010, la población extranjera no llegaba al 15%, así que en esta ocasión la estrategia es otra. El PP no quiere ganar en el Raval, donde no se llevó ni el 10% de los votos en las municipales de 2011, quiere utilizarlo de chivo expiatorio para ganar en el resto de barrios. Aislándolo, ligando inmigración a delincuencia, terrorismo y otros males terribles del siglo XXI. O del XV, que es en el que vive el candidato a la alcaldía, Alberto Fernández Díaz.

De poco serviría decirle a Fernández que el Raval está bastante lejos de ser un gueto de cualquier tipo. Entre otras cosas, porque en él conviven personas de culturales y religiones brutalmente diferentes: hay tres mezquitas -dos de ellas con capacidad para sólo 150 personas-, un templo sikh y al menos cinco iglesias católicas… Además, al estar en pleno centro de la ciudad, por él cruzan cada día miles de turistas, trabajadores, jubilados, estudiantes, etc que además eligen vivir allí. Hay restaurantes italianos, brasileños, árabes, indios, turcos, mexicanos, asiáticos, catalanes, argentinos… pero claro, para verlo hay que pisar el barrio. Con datos de 2013 en la mano, Pedralbes tiene sólo un 16,2% de población extranjera y de ellos, sólo 59 personas vienen de países africanos y 200 de países asiáticos, ¿no corre el riesgo el barrio de convertirse en un gueto blanco? El argumento es absurdo, ¿verdad? Pues sí, también lo es al revés.

«La actitud del Ayuntamiento es fundamental para que el Raval no esté más cerca de ser un gueto islámico o haya partes que parezca que estemos en Barcelonistán. Barcelona debe ser acogedora, pero exigente. Los inmigrantes deben tener derechos y obligaciones. Deben cumplir la ley y respetar la ciudad que les acoge». ¿Los de aquí no? ¿hay diferencias basadas en la nacionalidad entre quienes cumple y quienes no? ¿Qué no le gusta de Barcelonistán? ¿Cuántas Barcelonas hay y cuál es la que él defiende? ¿Cómo deberían ser los habitantes de la ciudad, blancos y cristianos? Sí, Barcelona tiene que ser exigente, sobre todo con los intolerantes. Cuidado con el discurso del odio, porque puede volverse contra quien lo practica. Quien siembra vientos, recoge tempestades.