Si sois lectores fieles de esta revista peleona, leeríais en octubre un reportaje sobre la autogestión, con entrevista a Enric Durán incluida. Si no lo hicisteis, podéis disimular y meteros en el primer grupo después de pinchar aquí. En ese texto contábamos que una parte de la Cooperativa Integral Catalana (CIC), madre de toda la autogestión, Aurea Social, tenía una pedazo de sede increíble en pleno carrer Sardegna, con preciosas y cotizadas vistas a la Sagrada Familia. Por supuesto, todo esto flotaba en un vacío legal. Hasta ahora. El Jutjat de primera instancia de Barcelona ha confirmado la legalidad del contrato de alquiler que la CIC firmó con los propietarios anteriores al actual, que por supuesto, es un banco.

V de Victoria. La sede ya está en manos totalmente legales de Aurea Social, que de momento, se lo alquila al Banco Popular. Ya lo estaba desde que lo alquiló, pero el altruista Banco Popular decidió pleitear y pleitear para quedarse con una jugosa tajada de la tarta de manzana a la que acuden cientos de guiris para ver la obra de Gaudí cada día. Pero el juzgado ha puesto fin al proceso y la nueva sentencia no se puede recurrir nunca jamás.

Fechas: en otoño de 2011, la familia que tenía la finca de Sardegna propone a la CIC que la alquile. Después de destinar “tiempo, ilusión, esfuerzo y recursos” a desarrollar una empresa de eventos de crecimiento personal y terapias naturales, AureA´S, no podían seguir pagando la hipoteca y estaban en proceso de embargo. El 1 de diciembre de 2011, la CIC firmó el contrato con la familia e impulsó un proyecto de “autogestión y cooperación”. En junio de 2012 terminaban de reconvertir el local y lo nombraban “Aurea Social” para, ya en octubre, iniciar una campaña de colectivización, Fem-lo Comú!, para comprar el espacio.

Pero a finales de este verano y después de todo el proceso legal, la finca pasó a manos del Banco Popular. Entonces es cuando empieza el papel del juzgado, que tenía que validar el contrato de alquiler entre Aurea Social y la familia expropietaria. Y acaba de validarlo. El veredicto “avala la estrategia definida para proteger el inmueble”, según Aurea Social.

Es el segundo exitazo en temas de fincas colectivas para la CIC. Ya lo conseguió en octubre con Roig 21, en el Raval. Queda lucha por delante: Aurea Social quiere ahora convertirse en propietaria y librarse del banco, dejando de ser la que alquila. Pero con mucha felicidad y hasta el próximo capítulo, zanjan así el tema: “habrá una propiedad privada menos y un recurso más para el bien común”.