Andaba yo medio mohíno por las calles de la Barceloneta pocas horas antes de entregar esta columna. Cosas de la vida. El Upper Diagonal, si se sabe aplicar como método de escritura, es una fuente inagotable de ideas. Una vez has bebido de sus entrañas, todo es susceptible a ser pasado por la trituradora upper. Así que mientras caminaba por una Barceloneta que empieza a prepararse para la plaga bíblica que asola cada verano nuestras costas, yo repasaba mentalmente, con el filtro Upper Diagonal, la actualidad política que vivíamos.
Sí, podría escribir algo del Mundial de Futbol de Rusia. Y como estas letras verán la luz casi al finalizar el torneo, bien podría ser que España se hubiera eliminado o hubiera repetido triunfo, con lo que podría hacer una columna representando ambas reacciones upper. Rollo elige tu propia aventura: upper eufórico que se llena la boca de España, upper herido, como cuando perdió las colonias de ultramar.
El puerto ha sido históricamente la antítesis de lo upper: cosmopolita, abierto y tirando a pobre.
Pero también había nuevo gobierno en España. Después de dos siglos de baja edad media parecía salir un poco el sol. Podría escribir sobre los nervios de los naranjitos, pidiéndole elecciones a Rajoy, a Pedro Sánchez, a la Virgen de Montserrat y al espíritu de Hernán Cortés. Luego podría hacer algún chascarrillo sobre el cesado Ministro de Cultura. Eso podría funcionar. El tema es que entre cábala y cábala tuve una suerte de revelación directa del mundo de las ideas. Lo vi tan nítido e intenso que compartirlo no es un deseo, es un deber. Me estoy poniendo un poco exquisito. Ahí va: lo único que el upper teme realmente es… el mar.
¡Siempre ha sido así! El puerto ha sido históricamente la antítesis de lo upper: cosmopolita, abierto y tirando a pobre. Las orillas del mar traían aire fresco, aire nuevo. Frutas raras, piedras y ratas. Lo nuevo, por desconocido, no gusta beyond the Wall. Tampoco gustaba hace dos siglos, cuando Barcelona no era más que unos cuantos edificios modernistas en el Eixample. El upper se aleja del agua porque es incapaz de controlarla. El único que fue capaz de dominarla fue Moisés, y su voluntad era la de liberar a su pueblo esclavizado (luego quizá se le fue un poco de las manos, pero qué le vamos a hacer). Por otro lado, la mayor aventura del mundo upper contra el mar fue a bordo del Titanic, y aquello acabó peor que el Mercedes de Lady Di.
El mar no se puede controlar físicamente, pero es que, en la frontera que separa el mundo humano del marino –es decir, la costa–, el mar se resiste a ser capturado por ese mecanismo moral y cultural construido en nombre del poder que llamamos Ley. Quizá de aquí salga la obsesión upper de comprarse yates tan grandes que les evite tener que notar el aliento salado del mar. Y es que del pirata del mundo antiguo hasta el vendedor ambulante, el mar es resistencia Upper Diagonal.