«El amor romántico se lo ha apropiado el patriarcado, pero en realidad lo que entendemos por él no es más que poder elegir a quien te dé la gana»
Marcos Castro (El Prat de Llobregat, 1980) es profesor de secundaria y miembro del colectivo Homes en Diàleg, una asociación sin ánimo de lucro y estructura horizontal cuya actividad principal consiste en “debatir sobre las nuevas masculinidades alternativas”, con el fin, fundamentalmente, de hacer frente a la violencia de género a través de una nueva construcción de la masculinidad. “Existen otros colectivos de hombres que trabajan desde otros ámbitos, pero nosotros nos centramos en la lucha contra la violencia de género mediante la deconstrucción de la masculinidad tóxica, que es donde se encuentra el germen del maltratador.” Homes en Diàleg organiza talleres, charlas y actividades divulgativas con el objetivo de proponer modelos alternativos a lo que ellos denominan “masculinidad tradicional dominante”.
¿Cómo nace Homes en Diàleg?
El colectivo parte de la obra El amor en la sociedad del riesgo. Una tentativa educativa (Hipatia Editorial, 2004), de Jesús Gómez, así como de la obra del catedrático de Sociología Ramón Flecha, quienes consideran que la masculinidad tradicional dominante tiene una antagonista: la masculinidad tradicional oprimida. Para que nos entendamos: el primer modelo representa la pasión, la excitación, los hombres que gustan a las mujeres, pero las hacen sufrir. Es importante tener en cuenta que una parte de ellos son los agresores. El segundo modelo es aquel que no te genera excitación o morbo pero que presentarías a tu familia.
Trabajáis mucho en el ámbito de la adolescencia…
Sí, porque estos modelos antagónicos quedan especialmente patentes en la adolescencia. Esto no quiere decir que no existan modelos intermedios, pero en el análisis sociológico se trabaja por tendencias, creando categorías que permiten entender la realidad. Crecemos con estos dos modelos y, pese a que a lo largo de la historia han existido relaciones capaces de superar esta dicotomía, todo nos empuja a escoger entre una de estas dos opciones. Es importante superar este estadio.
¿Qué solución planteáis?
Trabajar en una nueva masculinidad alternativa que se oponga a la dominante partiendo precisamente de ese modelo tradicional del que hablábamos, el que separa lo que conviene de lo que resulta atractivo. Algunos hombres que responden al modelo masculino hegemónico nos han llegado a decir frases como “los chicos buenos gustan a sus novias, nosotros ponemos a gusto a sus novias”. Se asocia lo que es atractivo a lo que es malo, lo que hace daño, desde Don Juan a Christian Grey. ¿Cómo trabajamos eso? Planteando un modelo alternativo que sea igualmente fuerte y seguro, pero que utilice esos atributos en positivo, para oponerse con firmeza a la violencia.
¿Deberíamos replantear también el concepto del amor romántico?
Sí y no. Para nosotros, el principal problema del amor romántico es que se lo ha apropiado el patriarcado, porque en realidad lo que entendemos por amor romántico no es más que poder elegir a quien te dé la gana, algo que en esencia está bien si tenemos en cuenta que hasta hace relativamente poco, en términos históricos, los matrimonios se concertaban. Creemos que es importante que las adolescentes crezcan pensando que enamorarse es posible, pero que sepan que no tendrán que elegir entre dos modelos: el chico que las hace sufrir y el que las trata bien, pero las aburre.
Pero el amor romántico genera otros tipos de opresión…
Es cierto, aunque también lo es que hay algunas masculinidades más peligrosas que otras, y es importante hacer esta distinción. El príncipe azul de Blancanieves es fruto de su época, en que la mujer no estaba empoderada. Podemos sacarle mil defectos, pero no es un maltratador. Ocurre lo mismo con otros clásicos del amor romántico, como Romeo y Julieta, que nos puede generar críticas en muchos aspectos, pero tampoco Romeo lo es. Sí lo son, sin embargo, o al menos potencialmente, los personajes masculinos de obras que van desde La Celestina a After o Tres metros sobre el cielo.
La monogamia asociada al amor romántico convencional, que sigue siendo pese a todo el modelo predominante, excluye de facto otros tipos de relaciones, y eso también genera frustración tanto en adolescentes como en adultos a la hora de relacionarse.
Sí, pero también aquí matizo. Existen relaciones monógamas tradicionales de las que yo mismo jamás formaría parte, con ciertos roles desiguales que podríamos cuestionar una y mil veces, que sin embargo se basan en la honestidad y el respeto, muy alejadas del maltrato. Hay, al mismo tiempo, hombres que optan por modelos afectivo-sexuales alternativos a la monogamia que son claros ejemplos de esa masculinidad tradicional dominante y tóxica que queremos combatir.
¿Es esperanzador el futuro?
Lo es. Si bien tenemos estos modelos muy interiorizados, y es cierto que el deseo va por libre, la buena noticia es que la construcción del deseo también se puede transformar. El auge del feminismo y la popularización de movimientos como el #MeToo están consiguiendo que emerjan nuevos modelos masculinos en positivo que también resulten atractivos. Ese es el camino.