A raíz de la campaña de Envàs on vas?, en BCN Mes llegamos a la conclusión de que esto de reciclar, a parte de muy necesario, es un auténtico lío, por no decir un asunto muy turbio.

Los ciudadanos que reciclamos nos quedamos con la conciencia tranquila, pero ¿hasta qué punto? Para intentar intranquilizaros, nos hemos puesto manos a la obra. En este reportaje intentamos desenmarañar el negocio del reciclaje, cómo funciona y a quién sirve.

La campaña y su diabólica canción –no porque no sea buena, enhorabuena a The Mamzelles, pero por lo repetitiva-, han estado en todas partes. Para Antonio Barrón, director de comunicación de Ecoembes, “ha tenido gran repercusión y ha hecho que algunos ciudadanos se dieran cuenta de que estaban separando de manera incorrecta los residuos, lo que ayudará a reducir los errores”.

Pero ésta no es la opinión de todos los actores. Iniciativa per Catalunya Verts pidió que la campaña se retirara porque consideraban que era “parcial y confusa”. Para Salvador Milà, diputado de ICV y ex conseller de Medi Ambient i Habitatge, la polémica demuestra que hemos llegado al “fin de una etapa”. Ecologistas como Víctor Mitjans, coordinador d’estudis de la Fundació per a la Prevenció de Residus, consideran que gracias a la campaña se está produciendo un debate “como no había habido hasta ahora” sobre qué hacemos con nuestros residuos que demuestra que “el sistema actual ya no funciona”.

Mismo sentir el de César Sánchez, responsable de comunicación y estrategia 2.0 de Retorna. Para él, la intención de la Agència Catalana de Residus era buena y “comunicativamente, ha sido un éxito porque el debate sobre el modelo de gestión de residuos ha acabado llegando a la calle”.

Después de 13 años la gente todavía no sabe dónde va cada cosa, si es un envase o no, si es vidrio o cristal”. Hasta ahora, el ciudadano tenía un esquema del reciclaje en su cabeza. Los plásticos al amarillo, el vidrio al verde, el papel y el cartón al azul, la orgánica al marrón, y el resto, al gris. Pero cuando las respuestas están más o menos claras y empezamos a reciclar mejor, llega el universo, en este caso Ecoembes, y nos cambia las preguntas.

Envases.

Reciclamos en función de envases, o mejor aún, en función de las empresas que pagan ése reciclaje. Así que, como muy bien dice la campaña, encara que siguis de plàstic, si no ets envàs al groc no hi aniràs. ¿Y por qué no? “Porque no todos los plásticos son iguales y su tratamiento es diferente”, afirma Barrón. Para el resto de productos y materiales existen “otros sistemas de gestión, o los puntos limpios, donde se recogen todo tipo de materiales para su posterior reciclaje acorde a sus necesidades técnicas”. Si se mezclan todos los residuos de plástico “se entorpece el reciclado de los que sí se pueden reciclar”. Todo sistema de reciclaje empieza por el ciudadano, así que tiene que ser lo más comprensible posible. “Es ridículo que para saber cómo tienes que reciclar tengas que recurrir a una web o a una aplicación para el móvil”, afirma Mitjans. Al final, “el rechazo de la sociedad ha sido evidente”, según César Sánchez, ya que, “después de 13 años la gente todavía no sabe dónde va cada cosa, si es un envase o no, si es vidrio o cristal”, o “si tiene que desplazarse a un punto verde a tirar un producto del mismo material que otro que tira en el contenedor amarillo”.

Con la confusión creada, hay muchos residuos que ya no sabemos dónde tirar. Antes de dejar de tirar productos de plástico al contenedor de envases, “los ambientólogos consideran que es mejor que vayan al amarillo, porque así en las plantas se seleccionan”, dice Milà. Su crítica a la campaña va más allá, considera que tiene un objetivo puramente económico, “porque Ecoembes sólo quiere reciclar los residuos de las empresas que pagan el Punto Verde”, y se queja por “reciclar residuos de empresas que no pagan”. Con esta opinión coincide Mitjans, que cree que lo que quiere Ecoembes es “hacer un servicio al menor coste posible”. Pero ésta no es la opinión de Ecoembes, que considera que la compaña no está destinada “a reducir costes, sino a reciclar mejor y cuidar nuestro medio ambiente, que es lo realmente importante”, dice Barrón.

Retrocedamos un poco, ¿cómo funciona el sistema de reciclaje en España?

Las empresas que ponen envases en el mercado se hacen cargo de la financiación de todo el sistema mediante el pago del Punto Verde. Actualmente hay más de 12.000 empresas adheridas a Ecoembes que pagan una tarifa por cada envase que ponen en el mercado para su posterior reciclado, como establece la Ley de Envases de 1997. Antes, cobran al consumidor más o menos un céntimo en cada envase para que se recicle. Y aquí llega la guerra de cifras, porque es difícil saber cómo se contabiliza lo que se recicla. Mitjans nos cuenta que por ejemplo, “durante 15 años, en el contenedor azul se estaba contando como envase el 40% de lo que se recogía.” Con la crisis se ha vuelto analizar y los envases son sólo un 25 %, “han contado como envase reciclado algo que no lo era”. Así que para Mitjans, “las cifras de Ecoembes no se las cree nadie” y se pregunta “si Ecoembes recicla el 68,3% de los envases, ¿qué echamos a los vertederos entonces? hay un claro blanqueo de estadísticas.” Si los datos los proporciona y audita Ecoembes, “nadie sabe cuál es realmente la realidad”, corrobora Sánchez. Las estimaciones de Retorna es que sólo se recuperan selectivamente en España el 35% de los envases, y en Cataluña, que es la comunidad que más recicla, sólo el 28%.

Ecoembes es una asociación sin ánimo de lucro, y Barrón asegura “que ni los consejeros ni el Presidente cobran sueldo alguno”. Pero como dice Mitjans, “las empresas que están detrás de Ecoembes, sí tienen mucho ánimo de lucro”. En realidad, se trata de una Sociedad Anónima a la que la ley obliga a que reparta el dinero de excedente en mejorar el sistema. Pero como hemos dicho, nadie audita los números de Ecoembes, son los representantes de los envasadores quienes gestionan un sistema que “les resulta beneficioso a sus empresas”, según Sánchez.

En 2011, dicho excedente fue de 84,7 millones de euros, que Barrón asegura que en “absoluto es beneficio”, y que “no hay ningún tipo de rentabilidad para los accionistas”. Es cierto que en este tipo de empresas o asociaciones es habitual contar con este tipo de reservas, que sirven para hacer frente a imprevistos, y más en el contexto de crisis. Con un excedente acumulado que asciende a 161, 9 millones, lo que según la memoria anual de Ecoembes equivale a 4,5 meses de actividad, la mejora del sistema de reciclaje debería ser efectiva. Ecoembes afirma que es algo en lo que invierten e investigan permanentemente. Para Milà, está claro que el excedente no es para lucrarse, pero sí cree que “podrían ser más generosos”, ya que 84,7 millones de euros son un “buen cojín para innovar”. El sistema es “muy mejorable”, dice Sánchez, y ya “ha tocado techo”, pero el problema está en que alcanzar índices máximos de recuperación “no les resulta beneficioso a los envasadores, los mismos que componen Ecoembes”. Pone como ejemplo que el presidente de Ecoembes era Marcos de Quinto, presidente de Coca-Cola, y después de Cruzcampo, “¿qué intereses y qué mejoras buscarán entonces? Las de sus propias empresas”.

En 2013 se firma el nuevo convenio entre la Generalitat, Ecoembes y Ecovidrio. ICV propone una nueva legislación con la que se instaure el Sistema de Retorno que funciona en otros países con tasas más altas de reciclaje. “Cataluña está preparada, el sistema de reciclaje actual es una etapa superada”, afirma el diputado. Su partido apuesta por el Sistema de Retorno y que todo el plástico se recoja en un único contenedor. Con este sistema, el reciclaje se podría plantear “casi como una diversión”, el dinero que recuperaran los ciudadanos al reciclar “podrían gastarlo los niños en chuches”, y así la devolución “serviría para crear conciencia”. Lo negativo es que Milà, como recuerda Mitjans, tuvo encima de la mesa la propuesta del Sistema de Retorno en la renegociación de los convenios en 2008, cuando era conseller y “miró para otro lado”.

Ecoembes no parece dispuesta a cambiar el sistema.

“Los ayuntamientos están en manos de los envasadores y éstos se remiten a la ley”, según Mitjans. Por el momento, Barrón considera que el Sistema Integrado de Gestión es el único sistema capaz de gestionar el 100% de los envases, “a diferencia del Sistema de Retorno, que sólo gestionaría el 9% de los envases que hay en el mercado”. Lo bueno de implantar el Sistema de Retorno para Sánchez es que “haría cumplir al envasador con su responsabilidad y aplicaría el principio europeo de quien contamina paga”, porque el ciudadano que recicla recuperaría íntegramente su importe. Asegura que además “generaría 14,000 puestos de trabajo” y acabaría con los envases que se abandonan “en calles, playas, bosques y ríos”. Pone de ejemplo a Canarias, que “acaba de apoyar en el parlamento una ley para posibilitar su funcionamiento”.

Parece claro que el sistema de reciclaje tiene que cambiar, “hay que romper el marco legal y montar un sistema que sirva para reciclar todo lo reciclable”, dice Mitjans, “el sistema tiene que servir al consumidor, no al envasador”. Es generalizada la creencia de que el modelo de gestión de envases está “hecho, gestionado y auditado” por los propios envasadores, según Sánchez, “pero que acabamos pagando los ciudadanos y que, lo peor de todo, es ineficiente.” El sistema de reciclaje no puede seguir premiando los envases de un solo uno, consiguiendo que los ciudadanos nos quedemos con la conciencia tranquila. Tenemos que removerla. “Ellos se hicieron la ley y ellos gestionan el sistema”, afirma Sánchez, por eso “hay que cambiar la ley de envases para que los productores asuman al completo su responsabilidad y no la traspasen al contribuyente”. Hasta que eso suceda, para definir el punto en el que estamos, ninguna afirmación mejor que la de Domingo Jiménez Beltrán, el primer Director Ejecutivo de la Agencia Europea de Medio Ambiente, que Mitjans nos proponía de titular: “en el mundo de los residuos, lo más limpio es el residuo”.