Está claro que cuando una española besa, besa de verdad. Yo no tengo ningún reparo en que sigan haciéndolo, pero la pregunta es: “¿Entonces las catalanas besan de mentira?”. Algunos españoles besados aseguran no distinguir entre las unas y las otras, es más, les da absolutamente igual con tal de acabar mojando el churro. La idea que subyace a este aparente sinsentido es que lo que importa no es tanto el sentimiento patriótico ni la etiqueta regional, sino la sutil inferencia cultural que nos afecta hasta en lo más mínimo.

Tras un tedioso e intensivo estudio, he descubierto notorias fluctuaciones en las técnicas besatorias de las españolas y las catalanas. Y también rasgos distintivos de carácter, resultado o influencia de patrones culturales adquiridos. Manifestando mi total devoción, admiración y fogosidad hacia ambos grupos de féminas considero importante establecer una diferenciación, no para marcar límites entre las unas y las otras, sino para eliminar cualquier limitación cultural en ambos sentidos, dejando a cada ardiente y jovial mozuela ser lo que sea que sea.

Esta es una simple muestra de lo difícil del deporte de ser catalán en España. No es fácil para una chica de Barcelona aprender e incorporar el ardiente torniquete lingual de una sevillana. Y más allá del amor, mucho más allá, empieza el verdadero problema.

1 ¿QUÉ PONE EN TU D.N.I?

Como catalán, he tenido que responder a esta pregunta muchas veces. Os voy a decir qué hay que contestar: “Mi D.N.I está escrito en castellano y también en catalán, lo cual evidencia una diferenciación. Está emitido en España —nombre de un país—, pero no dice que sea español —ciudadano de ese país—, sino que me otorga la nacionalidad española. Esto es una ventaja, además de catalán tengo los mismos derechos que un Español”. ¿Está en catalán tu D.N.I?

2 LA CONSTITUCIÓN

En el reverso de los Diez Mandamientos, Dios grabó con un hierro forjado en Mordor la Constitución Española y un código de descarga de la aplicación para iPhone. Desde entonces nada ha cambiado y cualquiera que se manifieste a favor de un cambio es un emisario de Lucifer, o un rabioso comercial de Android.

3 LA CONSULTA INDEPENDENTISTA

Yo me pongo en la piel de todos aquellos que quieren manifestar que desean seguir siendo españoles. Me sabe muy mal por ellos. El gobierno del superdotado Rajoy y el elenco de brillantes genios del PP no les conceden la posibilidad de sumarse a su causa. O sea, de decir que se suman. Por tanto su causa no les importa, aunque sea la misma que la suya. Esto debe ser una tragedia. Además siembra una duda: ahora es una consulta para la independencia, pero ¿y si en el futuro desean preguntarse cualquier otra cosa? Su gobierno no les escucha. Sólo quieren sus votos, para alcanzar poder, el poder no escucharlos.

4 LA REALIDAD

Si obviamos opresiones históricas, prohibiciones y restricciones culturales, sesgos épicos de la identidad social y otros factores mayúsculos sin importancia, si dejamos de lado todo esto, existe una realidad innegable en la que cohabitan diversos sentimientos nacionales. La política no está basada en los vericuetos de los sentimientos de los sujetos, sino justamente en todo lo contrario: la estructuración objetiva e insensible de una sociedad habitada por casi 50 millones de números. Hagas lo que hagas, no olvides que sin los números la teoría política seguiría existiendo, pero sin los sujetos no habría números, y de la política lo único que quedaría es una teoría.

5 SOLIDARIDAD

En todos los debates sobre este asunto se saca a colación el término solidaridad. Pagas más porque produces más. O sea, se pena la productividad. Si restas lo que das, tienes menos que a los que das, pierdes el derecho a recibir ayuda, y por supuesto, el derecho a quejarte. Así funciona la solidaridad española.

Que conste que mi arraigo a la patria es nulo. A ninguna patria. Pero mi arraigo a las personas es total, me da igual si son chinas, catalanas o españolas, de las que besan de verdad.