No es políticamente correcto que hable de mi propio fanzine en la sección de reseñas de fanzines que escribo en el BCN Més, pero, qué coño, llevo seis años sin sacar un nuevo número del Chuck Norris —así se llama el panfleto que hago— y la ocasión lo merece. Además, tengo la excusa perfecta: en casa ya no tenía más fanzines nuevos para reseñar. Así que, permitidme este pequeño inciso en el que rompo mi habitual humildad y me hago un poco de publicidad.

Bueno, el fanzine Chuck Norris es un compendio de textos sobre hombres tristes y pobres, sobre vidas penosas y personas mirando fijamente a una pared porque no saben cómo afrontar la realidad de no poder pagar el piso y tener solamente tranchetes en la nevera. También hay sentimientos, o cosas parecidas a ellos.

Es ideal para ir leyendo mientras se caga, dejarlo ahí en el baño y recuperarlo cada vez que el esfínter lo pida.

Es difícil a veces generar sentimientos con un texto, nosotros lo intentamos. Esa sería una buena frase para un anuncio del fanzine, in duda: “Es difícil a veces generar sentimientos con un texto, nosotros lo intentamos: fanzine Chuck Norris”.

El panfleto está compuesto casi enteramente de texto, bloques y bloques de texto edificándose sobre páginas blancas, algo poco común en este mundo de los fanzines sobrecargado de propuestas gráficas. Tanto texto puede parecer difícil de digerir pero, si comparamos los tres euros que vale con la cantidad de palabras que tiene, la cosa sale bastante a cuenta. Al final solamente se trata de una cuestión de rentabilidad. El fanzine Chuck Norris es ideal para ir leyendo mientras se caga, dejarlo ahí en el baño y recuperarlo cada vez que el esfínter lo pida.

En este número ha colaborado con textos o ilustraciones un buen séquito de individuos: Cigarro, Miguel Noguera, Irkus M. Zeberio, Gabriel Corbera, Conxita Herrero, Arnau Sanz, Néstor F. y Marc Torices, en fin, lo mejor de la península ibérica en materia de fanzines.