El diseño del título del fanzine ya lo deja bien claro; esa palabra —aventurarse— va descomponiéndose poco a poco y sus letras ignoran por completo cualquier norma establecida, alejándose de la sobriedad de las convenciones, acercándose sigilosamente y valientemente hacia los márgenes del propio fanzine —márgenes físicos y morales—, donde no existe nada o, precisamente, donde existe todo.

Solamente por la decisión de apostar por esta portada —obra del siempre enorme Néstor F.— yo ya me arrodillaría para comerle la polla a Toni, un hombre que ha dirigido curiosos experimentos cinematográficos (Avui Follem, por ejemplo) y ha escrito siempre acertados comentarios sobre cine en varios medios como Miradas de Cine, Contrapicado, Transit o en su propia página llamada Nice Warm Drink, entre otras.

Este compendio de textos —divagaciones, relatos, microensayos y críticas de cine— supone el primer fanzine de Toni, en el que ha decidido rodearse de las personas adecuadas —sus amigos Alexis Nolla, Marc Torices y Conxita Herrero— para ilustrarlo. Aventurarse es la definición de fanzine; la piel de una persona fotocopiada y grapada. Un fanzine DEBE ser personalista, debe hacer referencias a la vida, a los amigos y a los momentos.

“Escribo para hablar de mí y para intentar explicar el mundo”, dice Toni en estas páginas, y eso es lo que todos esperamos de un texto: entender un poco la vida a través de experiencias ajenas.

Entre estas páginas se nos dicen verdades, vergüenzas, flirteamos con ideas moralmente incómodas y asistimos a grandes revelaciones vitales; la necesidad de aventurarse, de vivir la vida sin límites y estar dispuesto a saltarse convenciones y miedos para saciar la fuerza que emana desde

dentro de nosotros. Jugársela y hacer algo contra la naturaleza de uno mismo, algo que puede salir muy mal pero que debe hacerse para seguir viviendo con sentido.