Creo que ningún fanzine de los últimos, digamos, cinco o incluso diez años, ha sido tan necesario como estos microvolúmenes de Rubén Lardín, unos DINA4 doblados en ocho partes e impresos por las dos caras que, uniendo los distintos ejemplares que uno haya logrado rapiñar, componen un mosaico exquisito de belleza y sinceridad.

Son necesarios porque se escapan de todas esas redes que a veces atrapan a los fanzines más débiles e influenciables, ese pegamento desagradable de la búsqueda de la comercialización y de los trucos marketinianos que muchas veces se ejecutan por defecto, de forma inconsciente. Pero Rubén Lardín es tremendamente consciente de la existencia de estos colmillos —no en vano debe llevar más de 20 años publicando en formatos de esta índole— y por eso sus artefactos no buscan gustar ni ser agradables, todo lo contrario, quieren incomodar y nos retan a penetrar dentro de ideas poco transitadas en el imaginario popular contemporáneo. Rubén Lardín, en estos prospectos, molesta y hace pensar pero también escribe algunos de los párrafos más bellos que le he visto nunca, totalmente curados de cualquier posible miedo de mostrarse sinceros y peligrosos, débiles y fusilables. Hacen falta textos como los de Lardín; hacen falta fanzines como los de Lardín, sobre todo en este lienzo superficial lleno de tendencias y espectacularidad. Hacen falta fanzines sencillos, hechos a una tinta, maquetados en una sola hoja de papel, gratuitos, periódicos, desconocidos, difíciles de atinar, infinitos y, sobre todo, llenos de humanidad; humanidad en todo su esplendor, pasando por el odio, la incongruencia y el amor.

Para encontrar estos desplegables de 7,5×10,5 centímetros tendremos que esforzarnos y salir de casa. Lejos de poderse adquirir por internet, nos obligan a transitar tiendas de fanzines, bares y personas. Incluso puede que así no logremos dar con ellos, de hecho es más probable que, en algún momento, ellos nos encuentren a nosotros, y esta es sin duda la mejor estrategia a la que puede aspirar un fanzine. Gracias de nuevo, Rubén.