A estas alturas, cuando termina el año y miramos atrás, ya no nos sorprende ver cómo hemos perdido el tiempo durante 365 días. No hemos encontrado un trabajo que se amolde a lo que hemos estudiado; las relaciones sentimentales y amorosas han resultado ser todas un completo fracaso —Marta, ni tan siquiera me preguntaste si me apetecía desayunar—; no hemos movido ni un solo dedo para intentar iniciar ese proyecto musical con tres teclados y, por supuesto, no hemos cambiado las sábanas en todo el año.
Gracias a Dios, y como viene siendo habitual, hay algo que ha sido maravilloso. 2016 nos ha dejado una ristra excepcional de fanzines, algunos de los cuales he intentado reseñar aquí de forma entretenida y entendible; y no siempre lo he conseguido, no nos engañemos. Escribir a veces resulta difícil, sobre todo si la fecha de entrega termina la noche del día en que Marta te ha mandado un WhatsApp diciéndote claramente que ya no quiere volver a verte nunca. En fin, todo bien, está superado, no os preocupéis.
Como última columna del año he pensado en recopilar algunos fanzines de la gente que ya he reseñando y que, por motivos evidentes, no he podido volver a reseñar. No sé, así veis que esta peña ha ido haciendo cosas nuevas, que esto de los fanzines no es broma y que hay gente que les dedica su vida y su alma. Escribiré solamente una frase para cada uno. Tenéis que leerlo todo seguido, sin respirar:
Carta a Dorothy Parquer, de Toni Junyent: personalista, sincero y puro como el amor. Peic, de Conxita Herrero: un trabajo formal totalmente innovador e inspirador, nunca absente de personalidad y profundidad. Pizza y Sofá: Roberta Vázquez al mando de lo mejor de la peña de los fanzines de Barcelona y la península. Sirius, de Irkus (M) Zeberio: algún día será el primer hombre al que le coma la polla. Termino con el Club Fosfatina 2000 (varios autores): proyecto que define a una de las editoriales pequeñas más constantes y gratificantes. Respirad. Ya estamos.
Solamente me queda mandar un saludo a todos y a todas las que leéis esta columna. Es un placer poder expresar mi amor hacia los fanzines con vosotros. Gracias (al final el Pol resulta ser un tipo humilde, el muy hijo de puta).