Iba paseando a media tarde. Era la semana después de las fiestas. Recorría las calles céntricas donde la resaca navideña, por fin, dejaba algunas mesas vacías en los bares, siempre tan acogedores cuando despoblados. Pensaba en Grete Stern mientras acotaba la distancia que separa la galería Rocío Santa Cruz de la Virreina. La luz de invierno es mejor que la de verano. Bien lo tenía que saber Grete Stern, fotógrafa alemana refugiada.

Pero yo no conocía a Grete Stern ni tampoco su fructífera colaboración con la revista argentina Idillio. Una publicación, muy popular en los años 50, en cuya sección, «El psicoanalista le ayudará», Stern se sirve de sus fotomontajes para ilustrar los sueños que las lectoras de la revista le iban enviado. Gonzalo Elvira (Patagonia, 1971) a raíz de esta revista, nos propone una intensa serie de obras que tejen un retrato de Greta a la vez que dejan abierta la puerta a otras derivas. A otras micro-historias. De estas memorias humildes se nutre el artista argentino para ensamblar sus proyectos, principalmente de dibujo aunque, en esta exposición, hay otras técnicas que se asoman para homenajear a Grete Stern. Las obras se dejan disfrutar y felizmente nos rescatan de la dictadura de lo nuevo.

Probablemente quedarnos quietos durante un buen rato nos sentaría bien. La memoria requiere tiempo, lo que se oculta es lo que sobrevive. Y tanto es así que yo ya conocía a Grete Stern. Había visto sus obras, ya me habían contado de su abrupto abandono de la Bauhaus y de su huída hacia Argentina. Las obras de Gonzalo Elvira requieren un tiempo largo para hacerse, son horas y horas de repetición del mismo gesto, o casi. Su exposición es un invito a la lentitud, tomaros vuestro tiempo para visitarla. Nunca habría que mirar nada de un vistazo.

La misma atención y dedicación requiere la pertinente exposición de Daniela Ortiz en la Virreina. También ahí hay que detenerse para investigar lo que permanece oculto (o viene conscientemente ocultado por el poder dominante) y lo que ya no es noticia. Tomaos el tiempo para que aflore el sentido, VUESTRO sentido, el que es TUYO y de nadie más. Hay que desaparecer, durante un rato largo. No hace falta estar siempre on-line, ¿no te parece? “Yo amo a aquellos que no saben vivir más que para desaparecer, porque son los que pasan al otro lado”, como revela el Zarathustra de Nietzsche.

Gonzalo Elvira. Idilio. Galería Rocio Santa Cruz Art. Hasta sábado 8 febrero 2020

Daniela Ortiz. ESTA TIERRA JAMÁS SERÁ FÉRTIL POR HABER PARIDO COLONOS. La Virreina Centre de la Imatge. Hasta el 16 de febrero 2020