“Te agradeceré tu apoyo. Estoy a tu disposición. Nos vemos en el verano en Menorca.” Fèlix Millet a Xavier Trias, después de que éste último apoyara el proyecto de hotel al lado del Palau (un hotel de cuya ilegalidad ahora todos aseguran no saber nada). Cuando se agradece algo verbalmente, se agradece y punto: “Te lo agradezco”.

El futuro que utiliza Millet revela que el agradecimiento no es sólo verbal.

Dejo a la imaginación del lector, y a la investigación judicial, el tipo de gratificación a la que se refería Millet. Trias se apresuró a afirmar que su apoyo no tenía nada que ver con su relación personal con el saqueador confeso: “Nosotros no estamos en contra de los hoteles” (declaración judicial). Es un eufemismo. Claro que no están en contra de los hoteles. De hecho, promueven obras urbanas para el beneficio privado de los hoteles, como está ocurriendo en Via Layetana con la calle Comtal: el hotel Ohla ha logrado una magnífica glorieta con un olivo en medio gracias al dinero público. El proyecto de Xavier Trias para Barcelona es muy sencillo: hacer de la ciudad un Gran Hotel (pero, ojo, un hotel de lujo, como la magnífica Marina Port Vell que será de uso exclusivo de cuatro multimillonarios respetables, como Abramovich), atravesado por calles que dirijan el flujo del ganado de los hoteles a los comercios y a un parque temático llamado Barrio Gótico.

Las reformas de la calle Balmes y la futura Diagonal se pagan con nuestro dinero, pero se hacen para que los rebaños de turistas no se dispersen y compren lo que tienen que comprar en la millor botiga del món. Los guías turísticos (esos pastores precarios) cada vez deben presentar más hoteles como monumentos. E incluso deben explicar cómo es que el Hotel W se ha construido en primera línea de mar cuando hay una ley que lo prohíbe. Algunos vaticinan que llegará un día en que la masa de turistas paciendo acabe por bloquear las puertas de los hoteles. Será un colapso digno de verse y espero que ocurra pronto. Primero se vendió el Gótico. Luego el Born. Lo intentaron con el Raval (gracias a Dios que hay camellos, ladrones y putas irreductibles: parece que sólo la delincuencia nos puede salvar de este destino resort). Y ahora van a por Gràcia y Poble Sec.

Barcelona no es grande. Te lo agradeceremos, Xavier, ya verás como sí. Los barceloneses que quedemos viviremos en cuevas en Collserola y se multará a los turistas si nos dan de comer migas de pan seco. Aullaremos, Trias, ya lo verás. Por suerte, cuando ya sólo quedemos unos pocos, tal vez a alguno de tus bisnietos se le ocurra la idea de presentarnos como los antiguos layetanos. En jaulas, claro, porque por entonces ya morderemos: para darte las gracias mejor, querido alcalde.