Cuenta una leyenda urbana que hace 20 años un grupo de loros escapó del Zoo de Barcelona. Estos loros —que en realidad son cotorras argentinas— adornan, sobre todo, el centro de la ciudad con sus cantos y plumas verdes, justamente donde encontramos The Green Parrot Org en el Gótico.

Bajando el carrer d’en Bot nadie puede adivinar que por ahí existe una galería. De hecho, uno tiene que acercarse suficientemente a la puerta número 21 para darse cuenta de que en el telefonillo hay el dibujo de un papagayo en vez del de “Primera Planta”. Tocamos el timbre y subimos. Nos recibe Rosa Lleó que, juntamente con el comisario portugués João Laia, lleva el proyecto recién nacido.

Inaugurado hace un par de meses, el Green Parrot es un espacio sin ánimo de lucro dedicado a las prácticas artísticas. Nos sorprende que se abran lugares así en tiempos difíciles, pero para Rosa “los momentos de crisis son los más creativos”. Al final, los loros tropicales se adaptarán a Barcelona. Las industrias creativas también pueden hacerlo. Su programación se centra en exposiciones temporales (cada 2/3 meses), charlas, proyecciones y presentaciones. Otro de sus sectores es el Cabinet —una especie de armario-librería dedicado a libros de artistas. Después de una corta charla, cruzamos el pasillo rumbo al cuarto principal donde una prometedora instalación nos aguarda. Descubrimos un extraño show de esponjas en movimiento, Self-organizing system. Y a pesar de que Eva Fàbregas, su autora, nos explica con mucha pasión el complejo concepto que hay tras de las esponjas con ruedas, nuestra ignorancia es superior. Tan superior que huimos hacia la habitación del lado. Aquí, el video Catroptophilia de David Ferrando Giraut chispea en la oscuridad. Tiene algo que ver con móviles. Nuestro sentimiento de forastero en un universo puramente conceptual dicta el final de la visita.

Como nota final, para los amantes del rollo contemporáneo, el Green Parrot busca mecenas y colaboradores que quieran unirse a la colonia: por 50€ al año podréis disfrutar de todas las actividades y charlas gratuitamente. ¡Ah, y del gorjeo de las cotorras, claro!