Barcelona se ha convertido en una ciudad oferente. Al mejor postor, claro. Si este postor lleva calcetines con sandalias, habla ruso o árabe y lo más importante, tiene la cartera llena de billetes, mejor. Es lo que piensa Guanyem Barcelona, la candidatura dispuesta a hacer el ídem en las próximas elecciones y que cuenta entre sus activos con Ada Colau, erigida en líder de la indignación por aclamación popular y mediática.

«La ciudad ya gana sola, sino no vendrían miles de turistas», explicaba David Bravo en la presentación del partido en Ciutat Vella. Pero aunque sea «maravillosa», todo ese carácter creativo y libertario está en peligro. No se trata de ganar unas elecciones, se trata de volver a poner el loco imán de esta ciudad en la dirección correcta, que para Guanyem no es otra que la defensa del interés general. Que la política gestione los bienes públicos para el disfrute de todos sus ciudadanos. Parece un mensaje de cajón, pero desde el partido aseguran que el Ajuntament se ha convertido en una institución que «privatiza hasta la calle».

De momento, Guanyem «es un motín, no una revolución», opinaba Daniel Jiménez, integrante del movimiento. El objetivo es aglutinar las reivindicaciones de las distintas plataformas sociales que llevan años luchando por causas justas en Barcelona y convertir el levantamiento es una revolución de verdad. El cómo no es fácil. Pero como recordaba Ada Colau en la clausura, tampoco era fácil que se organizara una protesta tan amplia como el 15M o que la PAH acabara parando desahucios en todo el Estado y colocando los lanzamientos en la primera línea de fuego del debate en medios e instituciones.

Hasta el 15 de septiembre, Guanyem vive un proceso de validación. Recoge firmas (ya lleva más de 30.000), para sondear a los barrios, conocer su aceptación y las principales preocupaciones de las personas que viven aquí y de las que se ha olvidado el Ayuntament, como denuncian. Por la acogida hasta ahora, la validación se da por hecha. Después empezará la parte más difícil: ordenar propuestas, que el sentido común las gobierne y establecer prioridades.

Gala Pin, miembro de Guanyem, establecía como primer objetivo la reducción de la desigualdad. Según la activista, desde que Trias es alcalde ha subido un 20%. «Ante esta ofensiva brutal, lo que no podemos hacer es no hacer nada», decía ante los vecinos de Ciutat Vella. Aunque hasta mediados de septiembre no se perfilará el programa, en Guanyem ya han trazado unos valores prioritarios: dignidad, derechos humanos, educación y sanidad públicas, solución al problema de la vivienda…

Cómo lograr que esos valores se conviertan en pilares de la sociedad tampoco es fácil, pero como la mayoría del partido está formada por gente que lleva años trabajando en movimientos sociales, las líneas programáticas están perfiladas. Para que nuestra forma de vivir sea más digna, es primordial una economía social y sostenible mediomabientalmente. Es necesario que las instituciones sirvan al interés público y no al privado. En la Barceloneta recuerdan cómo se les prometió que el hotel Wella traería prosperidad y todo lo que llegó fue un poco de trabajo y un mucho de precario.

Quieren que los políticos firmen un contrato ético antes de acceder al cargo. Y en ese contrato, que se establezca un salario con unos límites. Reformar el plan de usos para que no sea una apisonadora que allana el camino a los grandes centros comerciales y destroza el del pequeño comercio de prosperidad. Que el turismo venga sí, pero que su inversión, obtenida de su disfrute del bien común, se reparta entre todos los que pagan lo público.

Son sólo algunas de las propuestas. Pero teniendo en cuenta que Guanyem se presentó en sociedad el 26 de junio, si yo fuera Trias, me echaría a temblar.