Cuando era pequeña y veía en el buzón de la comunidad de vecinos aquel sobre blanco, casi amarillento, con el nombre de su destinatario escrito con estilográfica y sin remitente, la única cosa que me venía en mente era: ¡CARTA DE HOGWARTS! Ese tipo de correspondencia aparecía una vez al mes aproximadamente y mis elucubraciones iban en aumento. Llegó el día en que descubrí que esas cartas venían de la Llibrería Europa, con la inocencia que me caracterizaba a tan tierna edad me preguntaba: “¿Por qué una librería de guías de viaje usa ese envío tan misterioso?”. “No, nena, es una librería nazi”, y con tal respuesta, se dio por finiquitada mi investigación de los sobres misteriosos. Al final resultó que tenía un vecino mortífago y las cartas las mandaba Lord Voldemort.

En fin, no entendía nada. ¡Gràcia siempre se ha caracterizado por su filosofía antitodo! No daba crédito a que en nuestra humilde morada hubiese sitio para una librería como aquella. Pues sí, concretamente en la calle Séneca, en un local de entrada estrecha donde figuraba su irónico cartel: “Llibreria Europa – Els llibres perseguits – La veritat ens fa lliures”. ¡Qué gran uso del humor británico! Cualquiera podía pensar que estando escrito en catalán, quizá allí encontraría los libros perseguidos durante la época del franquismo. El cebo perfecto para capturar a sus presas. La cara del pobre diablo que al entrar en la librería se encontrase todo aquel arsenal debía ser de foto. No me cabía en la cabeza, lo siento. La libertad de expresión está ahí, correcto, pero esto era demasiado. En Gràcia somos más de “Llibertat, amnistia, Estatut d’Autonomia!” y no de cantar Cara al Sol.

Desde su apertura, muchas han sido las acciones para cerrarla. En ocasiones ha sido intervenida por su apología nazi, requisando libros de contenido nacionalsocialista y revisionista, prohibiendo presentaciones de polémicas publicaciones… Pero jamás cerró, ni siquiera la vez que la vaciaron apilando los libros e hicieron una hoguera con ellos. Parecía que la Librería Europa fuera inmortal, quizá nos deberíamos haber documentado mejor viendo Malditos Bastardos. Volviendo a las ironías de la vida, los impulsores de la Plataforma Anna Frank movieron cielo y tierra para cambiar el nombre de la calle Séneca por el de la protagonista del famoso diario. ¿Su intención? Obligar a la librería a escribir el nombre de Anna Frank cada dos por tres.

Finalmente, tras muchas idas y venidas, quema de libros, multas, manifestaciones, cambios (surrealistas) de nombres de calles… El pasado mes de julio tuvo lugar el cese de la actividad por no disponer de licencia de actividad ni la posibilidad de su tramitación. Tanto tiempo batallando por cerrar la librería por su ideología y apología de esta, para acabar sabiendo que jamás tuvo licencia… vuelven a aparecer las ironías. Graciencs, con lo que hemos sido con los actos del Banc Expropia, ¿por qué no se nos ocurrió algo así para acabar con esta librería?

Así es como supuestamente se cierra el capítulo de La Librería Europa. No podrá volver a ver la luz del sol o así lo aseguran desde el Ajuntament. ¿Será el punto final a tantos años de lucha?