Estamos en la terraza del Antic Teatre, son las 12:30 y el sol es algo tímido. Pero Félix no: “En un collar, lo importante no son las perlas, es el hilo”, declara. Arturo está de acuerdo.

Los chicos de Hilomental se conocieron en la BTV. Montadores y expertos en el arte de criticar, empezaron el programa Gabinete de Crisis con expectativas que no se cumplieron. “Fuimos censurados. Lo que hacíamos era demasiado gamberro.” No obstante, las ganas de expresarse sin filtros subsistieron y culminó en el proyecto Protograma. Según Arturo, esta fue la semilla de Hilomental, aunque tuviera un tono “más serio”. Empezaron a crear vídeo-ensayos a partir de perlas cibernéticas y de grabaciones familiares compradas en els Encants. “Un programa de tele fuera de la tele.” Poco después, tras la exposición Pantalla Global en el CCCB, Félix y Arturo decidieron que era hora de crear un proyecto en vivo y constante: lo bautizaron Hilomental. De esto hace dos años. Cada sesión tiene un tema y una dirección distinta, así como un invitado que dirige el “hilo”. Las citas con Hilomental son una verdadera batalla de vídeos, donde todos los participantes disparan sus ases. En cuanto al criterio para seleccionar los vídeos, los dos pactan que lo esencial es “exponer algo que la gente no haya visto”. No hay una pretensión estética y la técnica tampoco importa. Los vídeos cutres grabados con el móvil son bienvenidos. Según la reciente teoría de Arturo, si los extraterrestres invadieran la tierra, se encontrarían más vídeos que cualquier otra cosa (scary shit: en Youtube se cargan cada minuto 48 horas de contenidos), así que no se puede despreciar la actividad audiovisual que habita en las profundidades de Internet. En plan marxista, Félix apela: “Montadores del mundo, ¡uníos!”. Hay que comprender y ordenar estas producciones.

Los chicos prevén que la próxima edición de Hilomental será sobre fútbol —el hecho de que no les guste el deporte ya lo convierte en un tema con potencial— y tendrá lugar en el Arts Santa Mònica. Terminada la charla y vaciados los vasos, solo queda una pregunta: “Pero ¿cuántas horas pasáis en Youtube?”. “Uuuyyy.”