Mediapro se ha lanzado a la piscina y ayer anunció que creará en Barcelona el Woody Allen Center, el primer museo del mundo dedicado a la obra del cineasta. Y lo plantará en la plaza de la Verónica, sí, ésa que teletransporta a las calles de la Roma antigua, donde estaba l’Escola d’Arts i Oficis, ésa que muchas hemos confundido tantas veces con una iglesia.

Roures, el director de la megaproductora, dice que tienen «una vinculación muy especial con Woody» desde que trabajaran con él en Vicky, Cristina, Barcelona. La Generalitat tiene aún que sacar a concurso el edificio, pero Mediapro ya cuenta con imponerse y abrir el centro en dos años.

En la famosa película, Barcelona es una postal. Gaudí aparece por todas partes: la Sagrada Familia, la escena en el drac del Parque Güell o la azotea de La Pedrera. Muy original. Por no hablar de la variadísima oferta cultural que Allen retrata con la Fundació Joan Miró, el MNAC o incluso el aeropuerto del Prat. La bohemia asoma en el Parque de Atracciones del Tibidabo, el Puerto Olímpico y cómo no, en Las Ramblas, con el tradicional mercado de flores. Entiéndase la ironía.

Conocí a Woody Allen en Oviedo en 2011. Aquella ciudad que sí alcanzó a retratar como es. Habló de ella con matices y se empapó en sus calles. Lo de Barcelona fue un anuncio, un spot maravilloso. Qué menos que honrarle incluyendo su figura en esa postal tan bohemia. En la foto fija que no dice nada y, a la vez, lo dice todo. Devolvámosle el favor. Y entiéndase la ironía.