Todavía no es alcaldesa y los sectores más reacios a los cambios ya están intentando desestabilizarla. ¿O son los medios? Distintos diarios aseguran que los mandos de la Guardia Urbana han empezado la huida ante la posibilidad de que Barcelona en Comú entre como un elefante en una cacharrería en el cuerpo municipal.

Con nombres y apellidos, se marchan Joan Delort y Evelio Vázquez, gerente de Presidencia e intendente jefe del cuerpo, respectivamente. Delort confirma que organiza el traspaso y se va, sin explicar abiertamente los motivos. Vázquez, por su parte, asegura que se va por razones «estrictamente personales» y explicaba a El Periódico que él era igualmente leal a Trias como al próximo alcalde.

Conviene recordar que Delort sustituyó a Xavier Vilaró cuando Trias llegó al poder. El caso Vilaró fue sonado: durante las celebraciones de la victoria de la selección española de fútbol en la Eurocopa de 2008, no se sabe si una pelota de goma de los Mossos o qué, lo mandó al Hospital del Mar donde tuvo que ser operado para extraerle el bazo por el golpe. Trias no sólo le sustituyó, se vengó de él otorgándole la seguridad del Museo Picasso, un cargo menor después de la jefatura de la GU.

En ese momento, nadie cuestionó al alcalde como ahora se cuestiona a Colau desde medios como el ABC, donde se afirma que Barcelona podría ser Nápoles si se aplican sus medidas en cuanto a seguridad. BComú no quiere un cuerpo antidisturbios y para medir la locura de la propuesta, sirva un dato: Barcelona es la única ciudad del Estado con tal dispositivo. Ese tipo de seguridad es competencia de la comunidad y/o del Estado. El partido más votado quiere una policía de proximidad, que conozca los barrios y dedica más esfuerzos a la prevención y la mediación. Tal vez sí, esa transición tienen que liderarla otros.