El camino de casa a la lechería con la talega llena de botellas de cristal. Vacías. Y el camino de vuelta, un poco más largo porque las botellas, ya llenas, pesaban más. Devolver el casco. Llenarlo de nuevo y vuelta a empezar. Hasta los años 60, casi sin querer, ya se hacía alusión a la tercera “R”: reutilizar. Después llegó el envase de “usar y tirar” y fue la segunda la que se puso por delante: reciclar.

Ahora, 50 años después, la lucha de egos sigue sobre la mesa y la norma de las tres R, más que norma, parece guerra. 

Imagina que vas a comprar una cerveza y que 10 céntimos de los que vas a pagar por ella van a utilizarse como “depósito o fianza”. ¿Fianza para qué? Imagina también que te la bebes y que al final, en lugar de tirarla en la primera basura que encuentras, la llevas al sitio donde la has comprado y te devuelven tu fianza por el envase vacío. Si no quieres imaginarlo, puedes viajar a Alemania, a Australia, a Canadá o a Noruega y comprobar que ese es el sistema de gestión de envases que tienen implantado: el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR). Este modelo está implantado en 40 regiones de todo el mundo, sin embargo, en la mayoría de los países en los que está instaurado no se presenta como una alternativa al sistema de reciclaje. O por lo menos, no oficialmente. Lo hace como un añadido al sistema tradicional.

Retorna, la iniciativa por la implantación del SDDR en España, utiliza a menudo el caso de Alemania para hablar de su propuesta. Empezaron a utilizarlo en 2003 y actualmente su tasa de reciclaje de envases es de un 98,5%, según el Ministerio de Medio Ambiente alemán. Mientras que, en España, sólo un 30% de los envases se pueden recuperar.

A todo esto, y aunque las comparaciones son odiosas, Ecoembes insiste en recordar que el objetivo del reciclaje en estos momentos no es la implantación de un sistema nuevo, sino el cumplimiento de los “deberes” que nos ha puesto Europa. La cantidad de residuos municipales reciclados en 2025 tendrá que llegar al 55% y en 2035 al 65%. La Directiva sobre Embalajes y Residuos de Embalajes estipuló en 2018 que los Estados Miembros de la UE deberán reciclar al menos el 70% de estos residuos en 2030.

Pero con la excusa de la Ley de residuos que ha de aprobarse antes del 3 de julio de 2021, donde quedarían prohibidos en España los bastoncillos de algodón, la cubertería y platos de plástico de un sólo uso, las pajitas o los palitos para sujetar globos, parece que Retorna está cogiendo carrerilla para luchar por el SDDR. En ese anteproyecto, el Gobierno está trabajando con distintas instituciones para que el sistema de depósito entre dentro de esta ley de residuos y se apruebe lo antes posible, según César Sánchez, DIRCOM de Retorna. El último anuncio de la Agencia de Residuos de Cataluña es que quieren presentar un texto sobre una nueva Ley de Residuos Catalana e incorporar el SDDR en él. Todo depende de la deadline de julio de este año.

Según Álvaro Otero, coordinador de Asuntos Corporativos de Ecoembes, que Alemania o los países nórdicos tengan implantado un sistema de DDR no implica que en España vaya a ayudar a cumplir esos objetivos. El coordinador afirma que sus estudios de mercado les dicen que el SIG (Sistema Integrado de Gestión) tiene capacidad de mejora. Menos arriesgado, no distorsiona el mercado, no rompe la rutina del ciudadano (como si no fueses a volver al súper y no pudieras devolver tu botella de leche vacía…) y no necesita innovaciones logísticas. Para ellos, “los objetivos definen el camino y no al revés, las herramientas no tienen valor por sí mismas.” Aún y así, confirman no estar en contra del SDDR, o de nuevo, no oficialmente.

Ecoembes, pese a confiar en el sistema de contenedores de colores y en su margen de mejora, ha incorporado un proceso digital de reciclaje de latas y botellas que, por momentos, podría recordar al SDDR. Y por otros, podría recordar al famoso greenwashing. El proyecto se llama Reciclos, sigues reciclando los envases en el contenedor amarillo, pero antes puedes registrarlo en una aplicación y canjearlo por donaciones a proyectos sociales o por premios vinculados al medioambiente. Algo que sólo está en algunos municipios pero que Ecoembes asegura que estará implantado en todas las CCAA a finales de año.

Europa poniendo deberes, y los agentes que han de cumplirlos siguen en sus guerras de intereses. La idea de que coexistan ambos sistemas parece inviable económicamente y mientras, cada uno lucha a su manera. Reciclar, sólo reciclar, ya no es suficiente y el mundo del reciclaje ha de actualizarse si no quiere morir y llevarse consigo el mundo real. El de todos. Pero mientras llega la tregua habrá que hacer lo imposible por trabajar la primera “R”: reducir. Y después, ya entenderán que reciclar y reutilizar no son antónimos.