«¿Para qué repetir los errores antiguos habiendo tantos nuevos que cometer?» Dijo una vez Bertrand Russell. Una frase que para muchos cayó en saco roto, tal vez por eso el Teatre Condal acoge uno de los regresos teatrales que más expectación ha levantado, pero, como todos, ‘La extraña pareja’, no es inmune al paso del tiempo. Aunque, eso sí, lo lleva bastante mejor que la mayoría de nosotros. Al fin y al cabo, la obra original de Neil Simon puede ser tranquilamente de las mejores comedias teatrales jamás escritas.

Al entrar en la sala, (siempre con prisas, yo tampoco escuché a Russell) me doy cuenta que mis ya 28 primaveras me dejan siendo uno de los grumetes, de los querubines, de la sala. Empieza la obra y la verdad es que me río, funciona bastante bien, pero tengo una vaga sensación de dejá vu que hace que no acabe de disfrutarla. Claro, yo aún tengo en mente el precedente de finales de los 90, que fue un exitazo (mi memoria es aleatoriamente excelente) y que estaba bastante por encima del remix de 2014.

[quote align=»left»]Chirrían más que una puerta desengrasada algunos diálogos, demasiado forzados y estereotipadosOjo, que si sabe a poco, no es por la falta de empeño de los actores; Joan Pera tiene tan asimilado, y ha interpretado tantas veces, su rol de maniático que probablemente tenga un trastorno de doble personalidad y Antonio Dechent se gusta en el papel de guarro pendenciero y vividor. Tanto que no me costaba imaginármelo en el Bagdad del Paralelo al acabar la función, o en algún club de striptease arrojando billetes de cinco euros, sí de cinco, a las bailarinas. Pero uno echa de menos al difunto Paco Morán. Tuve la sensación que la química entre Dechent y Pera aún está por probar empíricamente, mientras que con Morán a mí siempre me pareció que en ese apartado la obra era de Champions League.

Cabe destacar, además, que la puesta en escena es muy vistosa, con un escenario innecesariamente enorme, por lo que deduzco que Focus tenía depositadas muchas esperanzas en la obra y que no se cortaron a la hora de aflojar la guita. Aunque lo cierto es que la cosa no marcha tan viento en popa como la productora querría.

Otra cosa de la obra que me chirrió más que una puerta desengrasada es que algunos diálogos de la obra quedan demasiado forzados y estereotipados, y que a los actores les da pereza hacer esas partes de la obra. Además, de vez en cuando hay unas largas pausas que hacen que a la obra en general le falte más ritmo y nervio, aunque realmente no sé si son intencionadas, o por falta de ensayo. O incluso por falta de asimilación de los textos por parte de los actores, cosa que me sorprendería. A pesar de todo, si uno sabe lo que puede esperar de ‘La extraña pareja’ antes de ir al teatro, es muy posible que no salga del edificio decepcionado.