Doctor Astur ¿Cuál es tu canción o canciones preferidas del mundo mundial? Seguro que alguna viejunada de los 90. ¿Me equivoco?
Javi, Barcelona

 

Javi, Javi, Javi… Resulta bastante estúpido afirmar: “Esta es mi canción preferida” o, peor aún, la versión cursi de pareja: “Esta es nuestra canción”. Cada vez que escucho esa, por otro lado, común expresión, pienso inmediatamente que a esa persona no le gusta la música en absoluto, pues, cuando te gusta la música de verdad, es imposible decidir una o unas cuantas de entre las miles que has escuchado y escucharás y la lista siempre resulta inconclusa y variable. Esas personas están confundiendo “me gusta” con “me recuerda a (nuestro viaje de novios, cuando nos conocimos, mi adolescencia, etc.)”. Lo que les gusta es el recuerdo que les evoca. Es, por decirlo de algún modo, la banda sonora de una determinada escena. Pero si una canción realmente te apasiona la habrás escuchado tantas veces y a lo largo de tantos momentos que resultará imposible asociarla a un solo recuerdo ¿Acaso te gustaba un tema que escuchaste, qué sé yo, cuando perdiste la virginidad y ya nunca lo has vuelto a escuchar? No, no tiene sentido. Como mucho, puedes decir que tal o cual canción evocan en ti un sentimiento, parecido a la nostalgia, que está asociado de algún modo a un periodo de tu vida. Si es eso lo que me estás preguntando, canciones que me gustan y que me recuerdan a un momento concreto, podría citarte muchas…

 

Por ejemplo. “Sure Shot”, del disco Ill Communication de los Beastie Boys, me recuerda a cuando perdí la virginidad. Sonaban muchas canciones al azar en aquel salón cutre de mi primer piso, cuando me fui de casa con 17 años, pero recuerdo que esta, con su flauta jazzera y su ritmo de rap, sonó en el “momento justo”. Menudo ritmo, tronco: por supuesto, no aguanté ni la introducción y al finalizar el tema ya me había fumado cinco cigarros.

También me trae buenos recuerdos “Morning Glory”, del disco (What’s the Story) Morning Glory?, de Oasis, porque era la canción que tenía puesta en la cadena de música a modo de despertador y que sonaba todas las mañanas antes de ir al instituto. Me despertaba con el sonido de ese helicóptero lejano del comienzo y, luego, me sentía todo un Liam Gallagher de andar por casa mientras me fumaba mi primer porro del día (de adolescente era un tipo muy duro) y tomaba un café.

 

Qué más… Ay, yo qué sé. “Smells Like Teen Spirit”: matarme a pajas y muchos complejos, tristeza por su suicidio. “Chup Chup” de Australian Blonde: primeras borracheras terribles. “Starman”, de Bowie: mi hermana mayor escuchándola en su habitación. Y más modernas… “Skinny Love” de Bon Iver: pasear pensativo una mañana de invierno y darme cuenta de que ya no quería a mi novia. “A Letter to Elise” de The Cure: ir en coche y sonreír al ver un niño pequeño con un globo en la mano. “I Will Posses Your Heart”, de Death Cab for Cutie: un viaje en coche (hay muchos coches en mis recuerdos, es mi sitio preferido para escuchar música) con mi amigo Jorge, camino del Primavera Sound desde Madrid, un día excelente en el que tenía toda la vida por delante y esa vida me gustaba. “Mil espejos” de Nudozurdo: noche, diversión, camas desconocidas, chicas guapas de las que no recuerdo su nombre, las luces de Madrid guiñando los ojos desde una onceava planta al amanecer. “La Ritournelle” de Sebastien Teller: llegar a Barcelona a comenzar una nueva vida y sentirme libre. “Odessa” de Caribou: mi actual novia, bailando, mi ángel agitando las alas… joder, son tantas. Ahora mismo me voy a poner a escucharlas. Me han dado ganas de hacer un recopilatorio en casete, en plan old school, como esos que hacíamos para conquistar a la chica o chico que nos gustaba, y titularlo: Banda sonora de una vida insignificante y maravillosa. Incluso voy a dibujar en la carátula una tumba: una tumba con flores pequeñas y azules que dejó allí alguien que me quería. Me parece una imagen jodida y alegre, como todo esto.