En lo que hoy lucha por sobrevivir como l’Hort del Xino, hubo una vez dos edificios que los vecinos fueron abandonando porque se declararon en ruina. Uno de ellos quedó como un lugar en el que se celebraban raves que a los vecinos no les hacían excesiva gracia, y el segundo, el Ruina Amalia, un centro de barrio muy activo implicado en varias luchas vecinales. A pesar del amplio apoyo al segundo, lo que molestaba era el primero, sospechosamente permitido, y acabó provocando que en 2007 los dos edificios se desalojaran y en 2008 se derrumbaran.

El solar que quedó estaba “lleno de mierda, ratas tamaño conejo”, nos cuenta una de las representantes de la asamblea de l’Hort, y un largo etcétera que llevó a una queja vecinal. El Ayuntamiento por fin exigió al propietario a levantar el muro que a día de hoy lo sigue cercando, obligatorio en todas las parcelas de la ciudad. Y así estuvo durante un año y medio. Hasta que el 28 de junio de 2009 los vecinos lo okuparon con la intención de “generar vida” en forma de huerto.

El huerto se organizó en una asamblea con comisiones autónomas que llevan distintas áreas: tierra, bioconstrucción, legal, eventos, difusión y redes sociales, y que funcionan hasta hoy, enfrentándose a varios contratiempos. El primero, el suelo, que estaba contaminado, “viva imagen de lo que pasa en las ciudades a lo largo del tiempo”. Desde la Xarxa d’Horts Urbans se recomendó analizar el suelo dado el pasado fabril de Ciutat Vella y de allí salieron unos niveles altos de plomo que obligaron a replantear el huerto.

Sí, hasta entonces se habían comido unas “lechugas muy frescas y radioactivas”. Lo que iba a ser comestible se trasladó a bancales elevados y el suelo se utilizó para recrear los distintos jardines mediterráneos. “La idea no fue nunca tener un huerto productivo, sino un espacio de reencuentro social”. Y en un barrio en el que cuesta casi respirar, con más sentido que en cualquier otro. Un centro social, pero en horizontal y sin techo.

Nunca ha habido denuncia contra la actividad de l’Hort del Xino. Los vecinos estaban felices con los cinefórum, les calçotades, las jams, etc. que acababan a las 22h para cuidar el entorno. Entre los miembros de la asamblea se turnaban para ir a regar las plantas y mantenían el espacio con vida.

Todo muy bonito hasta aquí, ¿no?

En 2015 hubo una primera denuncia por ratas que quedó en el limbo administrativo. Quien no haya visto nunca una rata en Barcelona que empiece con el papeleo. Pero, ay, amigos, ¿quién puso la demanda? Una inmobiliaria de la que la asamblea aún no quiere que trascienda el nombre y que casualmente colgó el anuncio del solar en Idealista más tarde. Esta agencia tenía una finca en Carretes, la calle de atrás.

La propiedad siempre había estado en manos de dos parejas de gallegos. Lo pusieron en venta en plena crisis y en ese otro limbo de la burbuja quedó varado. La única relación que tuvo la asamblea del Xino con los dueños fue una pequeña batalla de candados y silicona al principio, de la que enseguida se cansaron. Porque cuando uno tiene una propiedad, sabe que esté quien esté dentro, todo lo que pase es responsabilidad del titular. Que estuviera okupado por un huerto les compensaba, porque así evitaban que se convirtiera en un nido de problemas en un barrio como el Raval.

Pero en 2016 se actualizó el anuncio y en noviembre de ese mismo año se interpuso una nueva denuncia por ratas. Otra inmobiliaria distinta con otra finca en la misma calle Carretes. Esa denuncia sí que se admitió a trámite. El inspector del Ayuntamiento corroboró la versión sin entrar al espacio porque la puerta estaba cerrada: “Se ven árboles y el solar en estado de abandono”. Olé por el rigor.

El Ayuntamiento empezó con el trámite y la propiedad externalizó la gestión en una tercera empresa, Liven Business. Así, le envió una carta al Ayuntamiento el 13 de febrero en la que le comunicaba que el 14 de febrero se harían cargo de las ratas. Regalito de San Valentín. De un día para otro, literalmente, una subcontrata: Eurotrim Import, entró a maquinazo limpio a cargarse todo el huerto.

Recapitulemos: en diciembre, un mes después de la denuncia que se tramitó y dos antes de matar el huerto, dos representantes de Liven Business se personaron allí varias veces ofreciendo pasta a cambio de un desalojo tranquilo. Unos cuantos miles de euros para quedarse con un solar de más de 600 m2 en el corazón de Barcelona. Con sus idas y venidas, la asamblea lo discutió y decidió que no. Que ni quieren el dinero, ni pretenden marcharse.

Desde entonces han empezado todo tipo de ataques ilegales. Porque aunque el huerto esté okupado, hay un proceso legal para este tipo de desahucios. Pero Liven Business se ha tomado la justicia por su mano con el Ayuntamiento haciendo estrepitosos oídos sordos. Mandó a la Eurotrim Import con máquinas a destrozar el huerto sin pedir una licencia, pintó el muro en dos ocasiones sin licencia e intentó tapiar la puerta el pasado 8 de marzo, también sin licencia. Al menos en esta última ocasión los vecinos tuvieron tiempo de avisarse y acudir a frenarlo, con un alboroto tal que por fin se personó una inspectora del Ayuntamiento y paró el tapiado.

El consistorio se ha ofrecido a mediar y hasta ahí se puede leer de momento. Aunque hasta ahora todo han sido palabras y ni rastro de una multa a ninguna de las dos empresas por actuar sin licencia, cuando incluso han llegado a plantar containers de obra en la calle y a mezclar el hormigón en el suelo. La asamblea le pide que priorice el interés general y parece que el ejecutivo da pie a hablar. Pero las acciones, como en todo, siguen faltando: “De palabra todos somos muy progres y muy guays, pero ahora que se mojen”, pide la portavoz. Bastaría con recalificar el terreno, una acción para la que el Ayuntamiento sí tiene potestad.

Durante nuestra conversación, una vecina se asoma al huerto y pregunta si vuelve. Cuando la representante le dice que sí, aunque toca volver a hacerlo. “Claro, lo haremos poco a poco”, y pregunta cuándo estará abierto para venir a echar una mano. Esto, y no el bloque de 25 viviendas que se rumorea construirá la Liven Business, es un lujazo. El barrio y su gente.


Fotografía:
Pedro Mata. Fotomovimiento.