La carcelaria

Publicado por la editorial barcelonesa Melusina, que lleva ya más de una década mostrando su inconformismo y su independencia ética, el texto Carcelona, de Marc Caellas (nacido en Barcelona en 1974 y prófugo intelectual en distintas ciudades de América), se ha convertido en todo un guantazo en la cara de la Barcelona institucional. Al hilo de las reseñas en esta misma columna, y para cerrar un número dedicado a la ciudad, cabe señalar este personal ensayo de Marc Caellas como uno de los libros del año 2011, cuando menos en lo que se refiere a los que de veras han dejado un discurso detrás y una voz a modo de grieta en la uniformidad del ruido de fondo general.

 

Algunas de las patas de este banco presidiario son la liquidación de la izquierda, su prostitución de la escena cultural y la demostración del corto alcance que finalmente tuvo la Transi­ción para unas verdaderas libertades civiles. Con ello, no es de extrañar que prologue el libro un personaje como Pepe Ribas, el responsable de la mítica revista Ajoblanco y una de las conciencias que, por haber sido testigo de todo el proceso y parte de la resistencia a su empuje, mejor pueden constatar la deriva de esa Barcelona supuestamente modélica en un tenderete privado, en un parque temático, en un tanatorio de ideas y voces sobre el que pesa la losa de nuestra casta política y mercantil (acaso más hermanadas que nunca, al son de los tiempos), cada vez más homogénea (el enquistamiento secular de la derecha y la progresía más farisea parecen haber encontrado un filón en la vuelta de tuerca catalanista) e incapaz de tolerar la disidencia y dispuesta a aplastarla o, peor aún, a cubrirla de flores para convertirla en plañidera de sus propios intereses.


Illustration: Rul Ramirez

 

Vivimos así en una Barcelona en la que pronto estará reglamentado hasta el deseo, si no lo están ya las formas alternativas de pensar. Una Barcelona represora que limpia las plazas de personas libres y las ensucia de hielo sintético, que ya no recuerda el hervidero que fue antaño para gestar libertades civiles y en la que ahora la delación, la multa y la porra tienen más futuro que las iniciativas ciudadanas y la convivencia espontánea. Una Barcelona mercantilista, abierta de piernas para el turismo y la especulación pero que esconde de las cámaras a sus putas y a todo lo que huela a incorrección política. Una Barcelona conformista y biempensante, sobre todo, en la que la cultura se ha vuelto un reo obediente (el uniforme del recluso sigue las últimas tendencias, lleva un código de barras, una etiqueta en catalán, inglés y castellano y, por supuesto, no contiene chapas que puedan resultar ofensivas) al que sacar a pasear de vez en cuando por buena conducta, y no la forma natural de expresión que debiera quedarle al ser humano para proyectar y construir una vida otra. Una Barcelona impostada, en definitiva, que probablemente nos merezcamos, a fuerza de seny y prudencia, y sobre la que reflexiona y escribe Marc Caellas en este libro breve y afilado, como la lima que nos haría falta, de una vez, para escapar de una realidad urbana que se ha convertido en una cárcel de diseño, en una atestada prisión de marca en la que ya no parece posible la singularidad.
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la periférica

 

Todas las grandes ciudades tienden a producir un cinturón de sueños y miserias en el que la condición humana se mezcla y se desnuda. Esa periferia urbana (Sant Adrià del Besós) en la novela Paseos con mi madre es también una suerte de metáfora del lugar desde el que escribe Javier Pérez Andújar, alejado de las modas y etiquetas de la metrópoli literaria. Publicada el pasado noviembre, la novela es un descubrimiento, como darse por fin una vuelta por aquellas fronteras más desacostumbradas de la ciudad para encontrar un parque en el que la gente todavía se habla. Y en ese viaje hallará también el lector una escritura que, sin dejar de ser testimonio y retrato, es mucho más que costumbrismo: la prosa de Pérez Andújar, de frase despierta y vibrante, muestra más de lo que dice y lo hace sobre el terreno, utilizando el barro sensible de lo conocido y el material de la experiencia como combustible para el horno literario.

 

Paseos con mi madre trasciende de inmediato el corsé temporal, aunque una de sus premisas sea, precisamente, indagar en la elaboración de la memoria, pero de un modo que, más allá de sus códigos locales y de su agridulce elegía charnega sobre la Barcelona de las últimas décadas, narra también un conflicto universal: la distancia que media entre los anhelos de la gente y su realidad, entre la vida soñada en la tierra prometida y el despertar en el asfalto del extrarradio.
……………………………………………………………………………………. Paseos con mi madre • JJavier Pérez Andújar • Tusquets

 

La olvidada

 

Una de las mejores novelas de 2011, El día de mañana, forma ya también, por derecho propio y del mismo linaje que los libros de Juan Marsé, Eduardo Mendoza, Manuel Vázquez Montalbán o Francisco Casavella, parte de la memoria literaria de Barcelona, un archivo intangible ajeno a la versión institucional, escrito a menudo en castellano y, como en el caso de Ignacio Martínez de Pisón, por autores más pendientes de lo literario que de la simple crónica social. El día de mañana narra, a través de una estructura coral, la progresiva degradación moral de un inmigrante aragonés en la Barcelona de los últimos años de la dictadura, que se muestra primero como un personaje tierno y casi entrañable, que podría haber llegado incluso a ser “alguien en la vida” y que, sin embargo, acaba de manera miserable, vendiendo y delatando a sus amigos al aparato represor franquista. Rodeados como estamos de esa clase de “ratas” e impostores todavía hoy en tantos ámbitos, los lectores encontrarán en la novela de Martínez de Pisón un texto brillante pero también incómodo, que cuestiona el milagro de la inmaculada Transición (cantado estos días por los medios para cerrar filas en torno al discurso oficial, a cuento de Fraga o de la imagen de la Casa Real), pero sobre todo un retablo de lo mejor y lo peor del género humano, con un tratamiento literario de altura y a cargo de uno de nuestros mejores y más sólidos narradores.
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El día de mañana • Ignacio Martínez de Pisón • Seix Barral